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Artículos de la Villa de Espera

Sermón al Cristo de las Injurias

 

 

DESAGRAVIOS DE LAS SAGRADAS IMÁGENES DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

 

     

            El Mro. Fr. ANTONIO DE SAN MIGUEL, jubilado en Sagrada Theologìa, General del Orden de San Geronymo.

            Doy licencia, para que se imprima el Sermon: Desagravios de las Imagenes de Jesu-Chirsto, &c. predicado por el P. Fr. Fernando Zevallos, Prior de nuestro Monasterio de San Isidro del Campo, en la Iglesia de San Millàn de Madrid, el día ocho de Julio de este año; atento à constar por la Censura del Rmo. P. Mro. Fr. Alonso Navalmoral, ex-General de nuestra Religion, no contener cosa alguna contra la sana Doctrina, buenas costumbres, y Leyes de nuestro Reyno. Dada en San Geronymo de Jesus de Avila à seis de Agosto de mil setecientos y setenta años.

 

            Fr. Antonio de San Miguel.

                                   General,

 

 

                                                                                  Por mandado de su Rma.

                                                                                       Fr. Pedro de Naxera,

                                                                                               Secr, Gen,

 

 

 

 

            El Lic. DON JOSEPH DE AGUILAR y Cueto, Canonigo de la Santa Iglesia Metropolitana, y Patriarchal de esta Ciudad, Gobernador, Provisor, y Vicario General en ella, y su Arzobispado por el Eminentissimo, y Excelentissimo Señor D. Francisco por la Divina Misericordia de la Santa Romana Iglesia Presbytero Cardenal de Solìs, del tìtulo de la Basilica de los Santos doce Apostoles, del Insigne, y Real Orden de San Genaro, y de el de Calatrava, del Consejo de S. M., Arzobispo de esta Ciudad, et mi Señor.

            Por el tenor de la Presente, y lo tocante à esta Jurisdicción Ordinaria Eclesiastica, doy, y concedo licencia, para que se pueda imprimir, è imprima un Sermon de Desagravios de la Sagradas Imagenes de Jesu-Christo Crucificado, predicado por el M. R. P. Fr. Fernando Zevallos, Monge Geronymo, y Prior de su Monasterio de San Isidro del Campo, extra-muros de esta Ciudad, à la muy Venerable Esclavitud de Jesu-Christo, que con el título de las Injurias se reverencia en su Capilla Mayor de la Iglesia de San Millàn de Madrid, sobre que en virtud de Comission nuestra ha dado su Censura el M. R. P. Fr. Gabriel Baca, Comendador del Convento Casa Grande de nuestra Señora de la Merced de esta Ciudad; atento à no contener cosa alguna contra nuestra Santa Fè, y buenas costumbres, con tal que à el principio de cada Exemplar se inserte esta nuestra Licencia. Dada en Sevilla dia veinte y tres de Febrero de mil setecientos setenta y un años.

 

            Lic. D. Joseph de Aguilar y Cueto.

 

 

                                                                                              Por mandado del Sr. Provisor,

 

                                                                                                          Francisco de Paula

                                                                                                          Barbero y Valenzuela

  

            DON JOSEPH MARTINEZ DE PONS, del Consejo de S. M. Regente de la Real Audiencia de esta Ciudad, Subdelegado del Real, y Supremo Consejo de Castilla, para el conocimiento de los Negocios respectivos à las Imprentas, y Librerìas de esta Ciudad, y su Partido.

            Doy licencia, para que se imprima la Oración Panegyrica, intitulada: Desagravios de las Imagenes de Jesu-Christo Crucificado, predicada por el M. R. P. Fr. Fernando Zevallos, Monge Geronymo, y Prior de su Monasterio de San Isidro del Campo, à la Venerable Esclavitud de Jesu-Christo, que con el Titulo de las Injurias se venera en su Capilla Mayor de la Iglesia de San Millàn de Madrid, el dia ocho de Julio del año proximo passado; atentto à constar por Censura, que de mi comission ha dado el M. R. P. Rr. Francisco Pomar, del Orden de Predicadores, Regente de su Colegio de Santo Thomàs de esta dicha Ciudad, y Examinador Synodal de ella, y su Arzobispado, no contener cosa alguna contra las buenas costumbres, y Pragmaticas de S. M., cuya impression se executarà poniendole al principio de cada Exemplar esta mi Licencia. Fecha en Sevilla à diez y seis de Febrero del año de mil Setecientos Setenta y uno.

 D. Joseph Martinez de Pons.

                                                                                               Por mandado de su Señorìa.

                                                                                                          Juan Tortolero.

 

 

NUNC JUDICIUM EST MUNDI: nunc Princeps bujus mundi ejicietur foràs: et ego si exaltatus fuero à terra, omnia trabam ad me ipsum.

            Ahora es el Juicio, que decide la suerte del Mundo: ahora serà lanzado fuera el Principe, que lo posseìa: Y si yo fuere exaltado en la Cruz, atraherè para mì todas las cosas. En el Evangelio del dia. (1)

 

(1) Joan, cap. XII

 

            Este es uno de los ultimos discursos, que hizo Jesu-Christo à los Judíos: y según la observacion, que dirigia el Apostol à los Romanos (2), no contiene este Coloquio, sino un Sermon de emulacion, y de zelo. Notadlo bien conmigo:

            Yà el Redentor habia entrado en Jerusalem (3), para que se cumpliessen en su Persona todas las injurias, que estaban predichas por los Profetas, para el hijo del hombre. Iba yà corriendo la Semana grande (4), en cuya mediacion, según la profecìa (5), debìa quitarse à aquel Pueblo la Hostia, y el Sacrificio; en que serìa trasladado à otra gente el Sacerdocio, y (6) por consiguiente la Legislacion, y el Reyno (7); en que los Mysterios, el Arca, y la Alianza (8) transmigrarìan à otro Pueblo, que harìa mejor las obras de Justicia; y en la que el Templo quedarìa como una Casa desierta (9), allanada, y expuesta à una devastacion belica.

            En una circunstancia tan urgente de tiempo, les presenta Jesu-Chisto en este Evangelio la tragedia de su muerte de Cruz, y la Exaltacion, que en desagravio, iba à recibir de otro Pueblo universal, ò Catholico, que antes no era su Pueblo(10). Para esto les hace vèr, que es yà llegado el Juìcio del Mundo: aunque no un Juìcio de condenacion, y ruina; sino un Juìcio de discrecion para la vocacion, y salud de unos, y para escandalo y reprobacion de otros.

            Entenderèmos esto por una idea, que nos dà Ezequièl (11), allì donde dice, que viò al Señor en medio de su Trono como una especie de Electro. La naturaleza del Electro, que assi como el imàn atrahe por una parte, y repele por otra, es la idea, que de sì mismo nos dà Jesu-Christo en la Cruz, arrojando por una parte al Principe de este Mundo, y à su Partido, como piedra de escandalo; y atrayendo por otra como un imàn, todas las cosas, para congregar su grande Iglesia.

            Pero habeis considerado un particular designio, con que ha sido congregada esta Iglesia? Pues este ha sido por un despique, ò desagravio, que el Señor quiso tomarle de la repulsa, è injurias, que recibiò de la Sinagoga. Porque en el orden de los Decretos eternos, la mudanza de operarios para la Viña (12), ò de Colonos para la Heredad, ò de Administradores para la possession, ò de Siervos (13) para el manejo de los talentos (14); ò en una palabra, la nueva vocacion de un Pueblo, ha sido como la consolacion, que el Señor se ha tomado para el desagravio de los pecados, y malos servicios de otro. Esto ha querido hacer entender San Pablo à los Romanos, diciendoles, que el delito de los Judìos influyò en la vocacion de las gentes, para que à emulacion de lo que aquellos desagradaron, agrademos nosotros al Señor. Illorum delicto salus est gentibus, ut illos emulemur (15).

            Y de què raiz de pecado naciò este delito, y eterno escandalo de los Judíos? En qué ofendieron, y se ofendieron los Israelitas (16), de quienes era la adopcion de hijos, la gloria, el testamento, la legislacion, el obsequio, y las promessas? O quànto nos conviene entender esto, Señores! El delito, y ruina de los Judíos, ha nacido ciertamente del horror, y menosprecio, con que han sentido de Jesu-Chisto, al verle en la forma, y humildes señales de Crucificado. A la vista de estas tristes imagenes, se ha revelado, y ofuscado un Pueblo, que se proyectaba un Mesìas, que habia de restituir el Reyno de Israel, por unas señales, ò imagenes, que harìa volar delante de sì, mas brillantes, que las de los Cesares (17).

 

(2) Joan Cap. IX                                                      

(3) Luc. XVIII                                                          

(4) Daniel IV                                                               

(5)  Math. XXIV                                                        

(6)  Cap. Translato de Constitut.                 

(7)  Math. XXI                                     

( 8) I. Pet. I.  

( 9) Math. XXIII

(10) Osee II

(11) Ezech. I.

(12) Math. XXI    

(13) Luc. XVI                      

(14) Math. XXV

(15) Rom. XI v.II

(16) Rom. IX v.4

(17) Act. I. 6.

 

            Por esto añade nuestro Evangelio, que pronunciò Isaìas (18) aquello, que dixo: Obceca, Señor, á este Pueblo, y agrava sus ojos. Lo que habló Isaìas (adelanta el mismo Evangelio) porque miraba la Gloria de Dios, y lo dixo por ella. Esto es, añade un Interprete: (19) Porque veìa en especie humana la Imagen, ò Efigie del hijo de Dios en su gloria, que se llama su Cruz. Los Judíos apetecian otras señales mas conformes à sus ideas, que las de la Cruz (20). Pero no agradò al Señor darles otras, que las de Jonas Profeta (21), la de la Serpiente exaltada en el Desierto, ò por hablar menos en figuras, la Imagen, y señal de Jesu-Christo, y esse Crucificado. Esto los enoja, esta imagen de humildad los ciega, esta pobreza los ofende, este aspecto de penitencia los amotina, y caen sobre la piedra Christo con tantos improperios, è injurias. (22)

            Os he sacado, Señores, del fondo de el Evangelio, la raiz de las injurias, que hizo la Sinagoga à Jesu-Christo Crucificado; no solo para que considerèis la ocasión, y el designio de emulacion, y desagravios, con que fuè llamada la Iglesia Catholica; sino tambien para acordaros el delito de los Judíos de una pequeña Sinagoga, que diò causa à vuestra Congregación de Desagravios, ò à esta vuestra Iglesia domestica. Merece ser referido el hecho.

            En la calle de las Infantas de esta Corte se coligò una Sinagoga de quince Judaizantes cerca de los años de mi seiscientos y treinta. Su instituto, ò instinto, era juntarse varios dias de la semana, para maquinar contra el Señor, y contra su Christo (23). Azotaban su Imagen Crucificada en todas maneras. Arrastrabanla, tirando todos de ella en forma de una procession irrisoria. Le acozeaban: le colgaban pies arriba en una Chimenèa, para denegrir sobre los carbones la Imagen de aquel, que es Verbo (24), ò figura expressa de la Substancia del Padre, è Imagen de su claridad.

            En medio de estas injurias (25) se dignò la benignidad, y humanidad de nuestro Salvador de hablarles tres veces por boca de la misma Imagen. Y què les hablaba, hermanos? Aquellas palabras de paz, y no de afliccion, con que en los dias antiguos reconvenia à su Pueblo (26). Què mal os hize yo, ó en què os fuì molesto? Respondedme (27).

            Y què le respondian à esta palabra, que es como un fuego dissolviente, ò como un martillo, que rompe las piedras (28)? Le respondieron, como sus Padres; le repondieron males por bienes (29). Instaron en azotarle mas, y en Crucifixo, que ya les habia hablado por su boca, les hablò otra vez con sangre por sus llagas. Corriò esta sangre hasta por la tierra: salpicò las manos, y vestiduras de los Impìos; y cayò otra vez sobre sus cabezas, y las de sus hijos (30). Sorprendidos entonces por un vehemente furor, y pasmo, entran en Concilio, para perder à esta Imagen, que hace muchas señales, y puede atraher todas las cosas à su culto, como hoy dice nuestro Evangelio (31). Resuelven, que se queme. Mas aquì resplandece otra nueva señal; porque el fuego no quema, sino dora, y adora à la Sagrada Imagen.

 

(18) Isaias VI                                                                                   

(19) Cornel. in Joan hic.                                                

(20) Math. XII                                                                                    

(21) Joan III                                                                                      

(22) Lucas XX v. 18.                                                                       

(23) Psalm. 2 v. 2.                                                                           

(24) Heb. I. 3.                                                                                   

(25) Ad. tit. III

(26) Mich. VI. 3.

(27) Jerem. II. 4.

(28) Jerem. XXIII. v. 9.

(29) Psalm. CVIII

(30) Math. XXVII

(31) Joan XI. v. 47.

 

            Pues què hacemos ? Consulta otra vez este Conciliabulo, ò Cabala de Impìos, Bòrrese, y ràspese de este Simulacro quanto tiene de Imagen de Chirsto, (dice una mugercilla, que entraba tambien al Coloquio) y entonces el fuego consumirà al leño. Agradò à todo el Concilio, Raen, y desfiguran los miembros, y trazos, que formaban la Imagen; y assi destruyeron en el fuego, y con la hacha aquella Efigie, que deberìa durar para monumento de la Divinidad de Christo, y Santuario de su Nombre.

            Un pequeñuelo, ò Vivorrezno, hijo de aquella generacion de Vivoras (32), refiriò el primero esta tragedia à su Maestro, (33) que le hacia cargo de su tardanza en haber venido à la Escuela. El delito de los Judíos lo vengò el fuego el año mil seiscientos treinta y dos; pero las injurias de Christo Crucificado las desagravia à emulacion esta Real Cofradìa desde los años mil seiscientos treinta y cinco.

            Esta historia nos lleva à entender, que el delito de estos pocos Judíos vino à ser en salud, y principio de esta Congregacion, como el delito, y repulsa de la Sinagoga concurriò para la salud, y vocacion de la Iglesia. Pero por uno, y otro delito, por unas, y otras injurias, no habemos sido llamados à un Cuerpo de Iglesia, ò de Hermandad, sino para que desagraviemos à emulacion al Señor: Ut illos (Judeos) emulemur.

            Para desquite de los ultrages, que padeciò Jesu-Christo, quando por irrision se arrodillaban delante de èl, atrajo todas las criaturas, para que delante de su Cruz doblassen sus rodillas con una adoracion de Latrìa. Lo que notò el Apostol, donde dixo: “ Porque se humillò hasta la muerte, y muerte de Cruz, por tanto (ò para su desagravio) lo exaltò Dios, y le diò, un Nombre sobre todo nombre, para que todas las criaturas se arrodillen delante de este Nombre, y toda lengua confiesse, que este Señor Jesu-Christo està en la misma gloria de su Padre. De este testimonio somos enseñados, (habla (34) el Angelico Maestro Santo Thomàs) que la naturaleza humana debe ser especialmente honrrada en Jesu-Christo, por desagravio de la deshonrra, que sufriò en la Cruz. Y por tanto ha instituido la Iglesia la adoracion de la Cruz; donde Christo injuriado, es, à quien se ordena el Culto. Pero la ignominia de la Cruz es la causa de esta adoracion.”

            Otros Padres de la Iglesia han considerado el mismo designio en este Augusto Sacramento de la Cena. San Francisco de Sales fue bien persuadido, à que la suntuosidad, con que siempre es expuesto esse Augusto Sacramento en las Iglesias, es formalmente un desagravio de los oprobrios, è ilusiones, que puso sobre essa misma Carne la Sinagoga. Y el Cardenal de Perron añade, que las Processiones solemnes, en que llevan los Pueblos à Jesu-Christo Sacramentado, son como un pùblico triunfo, que le ha decretado la piedad, y la Religion en desquite de aquel ultrage, con que la impiedad de los Judíos lo llevò por las calles de Jerusalem.

            Por semejantes medios desagraviais vosotros, Señores, las injurias de Jesu-Christo, yà exponiendo hoy para la adoracion, è indulgencia de todos, à esse admirable Sacramento; yà reparando, y rindiendo un Culto tan magnifico à essa Imagen del Crucificado.

 

(32) Math. III. 7.

(33) Luc. III, 7.

(34) Ex quo ( loco Apost. ) docemur, quòd specialitèr est honoranda humana natura en Christo pròpter inhonorationem, quam in Cruce sustinuit. Et propter à ex institutione Ecclesie fit adoratio Crucis, in qua is, cui exhibetur honor, est Christus passus: ignominia verò Crucis est causaillius adorationis. Op. de err. Pr. lib. 3. cap. 5.

 

            Pero aun quiere mas la emulacion, que nos inspira el Apostol, y el Evangelio de la presente Dominica (35). Pide este, que abunde nuestra Justicia sobre la que ostentaban los Escribas, y Pharifeos. La Justicia de estos, según Santo Thomàs, solo se ocupaba en lo exterior, en lo sensible de las figuras; pero les merecia poca reverencia la interior Imagen, y semejanza de Dios, que està en el hombre.

            Para esto nos es oportuno advertir, que unas cosas solo llevan la Imagen exterior del Señor; otras llevan su Divina semejanza; y otras su Imagen, y semejanza. Su Imagen exterior; esto hace sus Efigies: su semejanza interior; este es el carácter de los justos: su Imagen, y semejanza; esto es todo el hombre.

            En todas estas cosas era, y es injuriado el Señor por los Judìos, por el Mundo, y por los Impìos. No honrran sus Imagenes en los Simulacros por un pretexto hipocrita de idolatrìa. Deshonrra la semejanza de Dios de sus Almas por su interior immundicia. Ni respetan la Imagen, y semejanza Divina en sus proximos, porque les ponen escandalo, y los persiguen con odio. De todas estas injurias juzga hoy Jesu-Christo al Mundo por su Cruz, para ser clarificado, y desagraviado en el Mundo: Nunc Judicium est Mundi.

            Por este Juicio convence à los que aborrecen sus Sagradas Imagenes, y es desagraviado por todas las Criaturas, que vienen à postrarse delante de essa Divina Efigie. Por el mismo Juìcio es condenado el Principe de este Mundo, que pretende fellar en nosotros (36) la semejanza de la Bestia, y el Señor es desagraviado por los que aman la Semejanza Christiana. Tambien por este Juìcio es desagraviado con el amor, y buen exemplo, que damos à nuestros proximos, de los que injurian la Imagen, y semejanza Divina en sus hermanos: Qui irascitur fratri suo, reus erit Judicio.

            Todos estos desagravios comprehende mi assunto, según el Juìcio, y Doctrina de los Evangelios. Pero toda esta grave materia os la darè digerida en tres palabras, que la dividen, y nos llevan al orden.

            Juìcio, y desagravio de las Sagradas Efigies de Jesu-Christo Crucificado; contra los Impìos. Primera Parte.

            Juìcio, y desagravio de la semejanza, ò imitacion Christiana; contra los Mundanos. Segunda Parte

            Juìcio, y desagravio de la Imagen, y semejanza de Jesu-Christo en nuestros proximos; contra los Inhumanos. Tercera Parte.

            O, Eterno, y Celestial Padre! Clarifica ahora à vuestro Hijo Crucificado, como lo clarificaste, al predicar él mismo este Evangelio. Si entonces hiciste oir del Cielo una voz de trueno en credito de la palabra, que predicaba, dà ahora la voz de virtud prometida à los que evangelizan en gracia de los que me escuchan. Otra vez serà hoy clarificado vuestro Hijo en la Corte mas poderosa del Mundo, si yo tuviere la gracia de predicarle, y hacerle mudar su gloria en la semejanza de esse Crucificado. Pidamos este Don al Espiritu Santo por medio de la Virgen Madre, que mas desea los desagravios de su injuriado Hijo.

 

 

AVE   MARIA

 

(35) Dominic. V. post Pent.                                                         

(36) Apoc. XV.

 

Parte Primera.

 

            La Santa Iglesia no sufre, que confundamos la Supersticion con la Religion, la piedad con la impiedad, la Imagen con el Idolo. (S.S.S.) El Idolo es nada, dice San Pablo (37), ò significa nada: pero la Imagen representa una cosa cierta.

            El Idolo, según la fuerza de la voz Griega, es una forma vana; según Eustatio (38), es un Espectro, una sombra: según otro Maestro de las voces, es un Fantasma (39).

            Theodoro Studita, doctissimo entre los Griegos, daba en cara al Emperador Leon Isaurico, Protector de los Iconomacos, porque confundìa estos Idiomas, y equivocaba estas voces, Y con, è Y dolo (40), para insultar à los Orthodoxos. Y la septima Synodo general declarò Anathema al que profanasse à las Imagenes Sagradas con este nombre de Idolos, tan de mal agüero en el estílo de las Escripturas, y en el sentimiento de los Christianos. Purgado assi nuestro culto aun de la profanacion de las voces, comienza à verse la Santidad, y necessidad del uso de las Imagenes.

            Jamàs alguno pudo passar sin ellas. El mismo Dios, para conocerle en el principio à sì mismo Dios, para conocerse en el principio à sí mismo, huvo necessidad de concebir, y formar su Imagen: y assi procediò el Hijo precisamente en razon de semejante à su naturaleza.

            Quando hizo el tiempo, y quiso comunicarse à fuera, criò por esta Imagen, ò verbo (41) todas las cosas. En los Espiritus, ò Angeles marcò (como habla Ezequiél) (42) el Sello de su semejanza; y à esta misma Imagen, y semejanza (43) formò despues al hombre.

            Còmo habia de comunicarle despues èste hombre con Dios, ni con los Angeles, ni con los otros hombres, sino con el idioma, y moneda corriente de estas Imagenes? Sin necessidad de opiniones humanas, tenemos Retratos bien circunstanciados, que el Señor nos ha dado de sí mismo en las Escripturas.

            En el Paraìso (44) se nos introduce desde el principio como un Personage (45), que se passea, y habla entre los lugares condensos. Jacob lo observa (46) en forma visible sobre la Escala: y en otra ocasión lo abraza, y estrecha en la lucha. Moysès lo alcanza otra vez à vèr (47) por las espaldas. Daniel nos hace el disseño (48) de sus cavellos, y de sus vestidos. Isaìas (49) lo vè sobre un Trono elevado. Amòs (50) sobre el Altar. Micheas (51) lo pinta sentado en su Solio: Y San Juan (52) nos dà un quadro acabado de su rostro, de su talle, y de sus principales miembros.

 

(37) I. ad Corint. cap. VIII                                                     

(38) In XI. Odiss.                                                              

(39) Virg: Tenues fine corpore vitae, etc.  Cava sub imagine forma.                  

(40) Quisnam est qui te docuit imaginis at que Idolà unam esse vocem? Michael in gest. Theod. Studit.                

(41) Joan I.                                                                        

(42) Ezec. XXVIII. v. 12.                                  

(43) Gen. I. v. 26.

(44) Gen. III  

(45) Gen. XXVIII

(46)  Ibid. XXXII

(47)  Exod. XXXIII

(48)  Dan. VII

(49)  Isai. I

(50)  Amos IX. I.

(51)  Mich. I. 2.

(52) Apoc. IV. & alibi.

 

            Ved aquì un Dios infinitamente remoto de nuestras ideas sensibles; un Dios, de quien dice Isaìas (53), que no se puede poner à la vista Imagen propria; un Dios incorporeo, è invisible (habla el Papa Nicolàs I) (54) “toma la forma de una Criatura visible, para comunicarse à los mortales, y hacerse mas util à los creyentes.” A exemplo del Rey, no es mucho, que se hayan inclinado los Cielos, y hèchose los Espiritus Angeles.

            En efecto, à Tobias (55) es embiado uno de los primeros, y el Angel del Señor iba delante del Joven Hebrèo en toda la forma de un viagero, Abraham, y Lot (56) hospedan à los Santos Angeles como à unos peregrinos. A Jacob (57) le comboyan contra las sorpressas de su hermano. Isaìas (58) los vé con alas. Daniel (59) con una estola candida. Y Manuè los observa (60) elevarse sobre la llama del sacrificio. Sobre estos documentos, y exemplos, declarò la septima Synodo Ecumenica contra los Iconoclastas, que vacaba de error, y era conveniente pintar, y conservar las Imagenes yà recibidas de los Santos Angeles (61).

            Què dirèmos de los hombres? Por medio de las Imagenes, y formas se conservaban mejor las tradiciones entre las primeras familias: y una Escritura abreviada en geroglìficos, y figuras, instruìa à los hombres en la doctrina de los tiempos, en la ciencia del Cielo, en la historia de lo passado, y en los conocimientos de las Artes mas utiles.

            Despues comenzaron à servir à la ambicion de los hombres, y eran el premio de las grandes acciones. Los Emperadores, como Alexandro(62), Pompeyo, y Antonio; los Capitanes, como Conon, Cabrias, y Thimoteo; los Athletas, como Astilo, Archias, y Polidamas; los Philosophos, como Platon, Junio Rustico, y Faborino; los Poetas, los Historiadores, los Oradores, los que habian libertado à la Patria, ò dilatado la gloria de la Ciudad; todos creyeron perpetuar en sus Imagenes la sombra fugitiva de un grande nombre. Y à ser durables, fueran yà mas las Estatuas, que los Pobladores de la Republica.

            Si assi se han decretado Imagenes à los Heroes, y à sus falsas virtudes; por què no deberàn servir en la Santa Iglesia, para hacer honor à la memoria de los Justos, y dàr al mundo en su Philosophìa provechosos modelos? La Iglesia lo tuvo siempre creido assi, y lo mismo enseña (63), y practíca desde el principio. “No consintiendo, que erremos, como los Gentiles, que fingian no sè què Divinidad en sus Idolos; ni que pidamos nosotros à estas Imagenes alguna gracias; ni que fixemos en ellas nuestra confianza; ni que ordenemos à ellas nuestros votos, y sacrificios; sino teniendonos bien instruidos, de que el honor, y culto, que dedicamos en las Imagenes, lo ordenemos à Jesu-Christo, ò à los Santos, que representa.”

 

(53) Psalm. XL.                                                                

(54) Nicol. I. Epist. II. Ecce incorporeus Deus, et invisibilis per speciem subjetae creature, ita se mortalium voluit videte obtulibus, ut credentibus esset ad gratiam.     

(55) Tob. V.                                                       

(56) Gen. XVIII. & XIX.                                     

(57) Gen. XXII.                                                  

(58) Isai. VI.                                                       

(59) Dan. X.                                                       

(60) Judic. XIII.                                                  

(61) Synod. gener. VII. act. 5.& 7.                                                                                          

(62) Dion. Nicaeùs. Plin. lib. 33. cap. 12. Capitolinus.Plutarc. Prob. in ejus vit. Plutarc. in Thim. Caelio lib.7cap.56. Capitolin, Philostrat.

(63) La segunda Sidono Nicena. Y la Tridentina, Sess. XXv in decret. de invocat. & de Sacr. Imaginibus. Imagines porrò Christi, Deiparae Virginis, et aliorum Sanctorum in templis praesertim habendas, et retinendas, eisque debitum honorem, et venerationem impetiendam: non quòd credatur, inesse aliqua in ijs divinitas, vel virtus, propter quam fint colendae, vel quòd ab eis fit aliquid petendum, vel quòd fiducia in Imaginibus fit figenda, veluti olim fiebat à  Gentibus fed quoniam honos, qui eis exhibetur refertur ad prototypa, quae illae representant, etc

 

 

            Este es el sentido Catholico, en que la Iglesia desde su establecimiento, hasta ahora, retiene el uso de las Santas Imagenes, y no sè, con què verdad, ni justicia, puedan los nuevos Iconomacos (64) llamar à èsta una noveddad introducida en la Iglesia con el sexto Siglo; porque ademàs de las Imagenes de Jesu-Christo, y su Madre, y de San Pedro, y San Pablo, que nos dexaron pintadas de su mano (65) el Evangelista San Lucas, y Nicodemo; y la Efigie de Christo, que en Cesarèa dexò entallada en bronce la muger, à quien sanò el Salvador del fluxo de sangre, y duraba hasta los tiempos de Juliano (66); nos ofrecen los cinco primeros Siglos mas exemplos de celebres Imagenes, que, al parecer, pudieran permitir os movimientos de las persecuciones.

            La Synodo Antiochena, congregada en tiempo de los mismos Apostoles, aprobò (67) este uso, que tenian yà los primeros Christianos. En la septima Synodo (68) general se hace memoria de la antiquissima Imagen de Jesu-Christo injuriada por los Judìos de Berito.

            Tertuliano, en el segundo Siglo, se acuerda (69) de la costumbre de pintar à Christo en los Calices en avito de Pastor con una Oveja sobre sus ombros. Lampridio refiere (70) las Imagenes de Christo, y de Abraham, que tenìa entre sus Lares Alexandro Severo. Eusebio es buen testigo (71) de las antiguas Imagenes de los Apostoles, que se adoraban en su tiempo. San Ambrosio dice, (72) que guardaba, como un rico tesoro, la verdadera Efigie del Apostol San Pablo. San Chrysostomo (73) refiere, quàn cèlebres eran en su tiempo las Imagenes de San Melesio. Y en la Liturgia del mismo Chrysostomo, que traduxo Erasmo, se expressan varios milagros de una Imagen de Christo. Las Imagenes de San Simon Stilita eran muy frequentes antes, y en los mismos tiempos de Theodoreto (74). Las de San Barlaan en los de San Basilio (75): las de los Patriarchas, y Profetas se tenian con reverencia en los dias de S. Augustin (76); y en el libro contra Fausto (77) hace frequentes las Imagenes de Abraham immolando al hijo. San Damaso Papa (78) pondera las grandes porciones de plata, que fundiò Constantino en las Imagenes del Salvador, de los doce Apostoles, de San Juan Baptista, y de los Angeles, que colocò en su Basilica de Roma; y lo mismo hizo, según Eusebio (79), para los Templos, que dedicò en Palestina.

            Todos estos exemplos son de los primeros Siglos; y aun de los Padres, y Escritores, que se citan; con otros Papas antiguos, que se citan; con otros Papas antiguos, que alega Adriano Primero, escribiendo al Emperador Carlos Calvo (80), los mas de ellos ni aun conocian estos Siglos medios, en que los Hereges pretendidos Evangelicos, quieren, comenzasse en la Iglesia el uso de las Imagenes.

 

 

(64) Calvin instit. lib. I. cap. XI.                                                      

(65) Nicephor. Calist. lib. II. cap. XLIII                                         

(66) Idem lib. X. cap. XXX                                                              

(67) Sinod. Antiochen. Can. VIII                                   

(68) Act. IV                                                                                          

(69) Tertulian. de Pudicitia, cap. X. Patrocinabatur forte Pastro, quem in Calice depingis; at ego ejus Pastoris scripturam haurio, qui non potest frangi. Y en el Apolog. cap. XVI. rechaza agriamente los rumores,y hablillas que contra el uso de nuestro Culto fingían los Paganos; y a Cornel. tacit. llama por esto loquacissimo de patrañas.

(70) Lampr. in Alexand. Sever. 

(71) Euseb. lib. VII hist. cap. XIV

(72) Ambros.

(73) Chrisot. Oratio in Meles.    

(74) Theodor. histor. lib. II.

(75) Basil. orat. in S. Barlaam.

(76) Aug. cont. Faust. lib. XXII. cap. LXXIII.

(77) Aug. cont. Faust. lib. XXII. cap. LXXIII.

(78) Ex Pontifical, Damas. Pap.

(79) Euseb. de vit. Constant. lib.III. cap. IV.

(80) Adrian. I. Epist. ad Carol. Calv.   

 

            Pero aunque faltàran estos exemplos, y testigos antiguos, bastaría à pesar de esso, añade el citado Adriano Primero, los exemplos, y testimonios de las Escripturas. Para lo que alega oportunamente este Evangelio de hoy, aquí, y en el capitulo tercero de San Juan, relativos à la Serpiente de metal mandada erigir (81) en el Desierto, como una Imagen de Jesu-Christo Crucificado (82).

            Esto, no solo hace ver la falta de informe, y de fè, con que pronuncian los Hereges contra las costumbres de la Iglesia, sino los trahe tambien à un juicio, donde por el Crucificado es hecha patente, y condenada la raiz de pecado, que produce en ellos el descontento, y menosprecio para con las Santas Imagenes.

            Aora, pues, son juzgados, y convencidos, de que su embarazo no procede de usar de las Imagenes, como Imagenes, sino solamente de que son Imagenes de Jesu-Christo Crucificado, y de unos Santos, que se crucificaron con Jesu-Christo. A ser unas Imagenes mas agradables à los sentidos, mas semejantes à las extravagancias mundanas, ò conformes à las passiones mas vivas, no sufrirìan ciertamente, ni el odio de los Impìos, ni el desuso, y  abuso de muchos Christianos poco piadosos.

            Por que es constante, que los Judíos, que es una de las classes, que comprehendo entre los Impìos, fueron siempre muy llevados al culto, y uso de todos los Simulacros. Ademàs de las Imagenes de los Cherubines, que les ordenò (83) Dios poner sobre el Arca, y à quienes daban (84) un culto religioso (85); y de los otros Cherubines de madera de Oliva, que puso Salomon en el Templo, con las Imagenes de los Bueyes, Leones, y otros animales, se abandonaron con cierta manera de Luxuria à la abominacion de todos los Simulacros, que adoraban las ciegas Naciones. En todos los Valles consagraban bosquesillos, y en todas las eminencias levantaron Aras, para postrarse à los Idolos. Hicieron Imagenes de sus mismas abominaciones (86), dice Ezequièl. Y à no ser por las invectivas, que dirigian los Profetas contra esta passion dominante, no huvieran querido los libros Santos hacer lugar à los nefandos nombres de Adonis (87), ni de Baco (88), ò Libero; ni de Baalphegor, (89) ò Priapo; ni de Canopo (90) el Idolo de los Egypcios; ni de Chamos (91) el de los Amorreor; ni de Astarot (93), que era la Oveja de los Sidonios; ni de Diana (94), que el Libro de los Machabeos llama Nanea; ni de Jupiter (95), ni de la Fortuna (96); ni del Sol, la Luna (97), y toda la Milicia del Cielo.

            Pues de dònde puede nacer el horror à las Imagenes Sagradas en un Pueblo, que multiplicaba los Altares, para pecar, que amò perdidamente los Simulacros de todas las Naciones, y erigiò Imagenes con mas de mil nombres à todos los animales, que vuelan, andan, y arrastran sobre la tierra? De dònde Acab, el mas supersticioso de los hombres (98), se muestra tan molesto, y escrupuloso de tentar à Dios, en pedirle señales? Precisamente, de que no queria ver las de una Virgen, que habia de concebir, y parir, y las del pesebre, paños, y Cruz del Hijo, que habia de nacer.

 

(81) Id. lib. Num. cap. XXI                                                             

(82) S. August. Serm. CI                                               

(83) Exod. XXV.                                                               

(84) D. Hieronym. Ep. ad Marcel.                                             

(85) III. Reg. VI                                                                                 

(86) Cap. IV                                                                                      

(87) Ezech.                                                                                           

(88) I. Mach. VI.                                                                  

(89) Num. XXV.                                                                                

(90) Num. XXI.

(91) Num. XXI.

(92) ------------

(93) I. Reg. XI.

(94) II. cap. I.

(95) Isai. LXV.

(96) Ibid.

(97) Ibid.

(98) Isai. cap.

 

            A estas señales, è Imagenes, contradicen solamente los que ponen su gloria en las Imagenes Gentilicas (99), y vanas: en las señales de una ambicion heredada: en las señales de alegria (100), que no reprehenden los excessos, antes dàn canonizadas las acciones mas torpes: en las Imagenes, que representan, y provocan à la embriaguez, à la desnudeèz, à los amores furtivos, à los robos, à los mismos adulterios.

            Para todos estos es puesto Jesu-Christo, según la profecìa de Simeon (101), para ruina, escandalo, y señal à quien se contradecirà. Pero à pesar de esta contradiccion, Dios no ha querido congregar, y salvar à sus escogidos, sino en estas Imagenes de Jesu-Christo, y esse Crucificado (102). Ved aquí la señal, que està dada para vosotros, habla el Angel à los Pastores, un Infante puesto en la humildad de un Pesebre, y embuelto en unos pañetes pobres: Hoc vobis signum.

            Consideradlo bien: estas Imagenes no son para todos, sino para vosotros. No son para los Judíos, que piden señales mas brillantes (103), y magnificas, por lo que los arroja el Señor, y les protexta, que no les darà otras señales, que la de Jonas Profeta, ò la de la Serpiente puesta en un palo; esto es, las señales de Christo Crucificado, muerto, y sepultado.

            Tampoco son para los que imitan la vana curiosidad de los Griegos (104), y vuelan tràs de las novedades de Systemas, y vanas doctrinas, que tienen especie de ciencia; ni para los que viven tenazmente asidos à sus passiones de ignominia. Por esto se leìa escrito en los Psalmos (105): Que se turbarìan las gentes, y los que habitaban los fines de la tierra à vista de estas señales. Son unicamente señales de salud, para vosotros, Pastores, y humildes de espiritu; no para los Judìos, que piden prestigios, habla San Pablo (106), ni para los vanos Philosophos, que buscan ciencia; sino predicamos à Christo Crucificado, escandalo para la Sinagoga, y para el Mundo Imagen de locura; mas para nosotros los electos, virtud de Dios, sabidurìa de Dios.

            Este juìcio, que condena à los Judíos, convence tambien à todos los otros Impìos. Entre ellos ha tenido su mayor ascendiente la supersticion de los Simulacros, y la sangre humana mezclada con la de otras Victimas, ha hecho el costo de sus diabolicos sacrificios. Yà visteis, que no solo à los Heroes, Principes, Capitanes, Oradores, y Personages ilustres, concedieron Estatuas, è Imagenes, sino tambien à las mismas Rameras, como à Phrynes (107), amiga de Praxiteles: à Leena (108), amiga de Armodio: à Lais (109), à Larentina (110); y al nefando Antinovo (111), amado de Adriano.

            El disgusto, pues de los Impìos, no es con las Imagenes, que hacen divinas las passiones, y flaquezas humanas, sino solamente con las Imagenes de un hombre Dios Crucificado, para crucificar al Mundo. De aquì su odio; de aquì este furor, con que los nuevos, y antiguos Iconomacos han maltratado tantas veces à las Santas Imagenes. No es unico en su especie el caso, que ha motivado estos desagravios.

 

(99)    Luc. II.                                                      

(100)  Sap. II.                                                    

(101)  Luc. II. v. 34.                                           

(102)  Luc. II. v. 12.                                           

(103)  Luc. XI. v. 16.                                         

(104)  I. Cor. I. v. 22. 

(105) Psalm. LXIV. v. 9.

(106) I. Cor. I.

(107) Quintilian.lib.II.Plutarc.lib.fortit.Alexand.

(108) Plutarc. de garrulit.

(109) Tertul. Apolog. cap. XIII.

(110) Tertul.ibid. y llama a Larentina Ramerilla Rustica.

(111) Prudent. lib. I. in Simm. Qui loquar Antinovum caelesti  fede locatum::: purpureo in gremio spoliatum forte virili.          

 

            El que arribò en Berito de Siria en los primeros Siglos, y las injurias, que allì hicieron los Judìos à la Imagen de Jesu-Christo, fueron tan publicas, que muchas Iglesias le dedicaron dia Anniversario, para sus desagravios (112). Tambien se leìa publicamente en la Iglesia antes del año de quinientos, la sangrienta passion de otra Imagen de Jesu-Christo, que herida por un Impìo, derramò tanta sangre, que tiñò los vestidos del agressor, y el agua de un pozo, que estaba en el Templo de Santa Sophia, donde fuè arrojada (113). De otro portento semejante habla San Gregorio de Turs, sucedido el año de quinientos sesenta. Se sabe la baxa crueldad de Juan, indigno Patriarca de Constantinopla, que sacò los ojos à las Imagenes de Christo, y su Madre, por lo que estuvo mandado (114) el que le sacassen los suyos. Roma fuè sacudida desde sus fundamentos el año mil doscientos diez y siete por semejante sacrilegio, que cometieron unos Judaizantes (115) en el dia de Parasceve. Estos, y otros semejantes hechos, son los mismos conatos, que escribìa David con las proprias palabras de los Impìos en el Psalmo (116) que dice: Yà no vemos nuestras señales, ò Imagenes; yà no hay Profeta; por tanto no nos verà, ni reprehenderà mas.

            Patente à todos el obscuro principio, donde se forjan estas injurias contra las Sagradas Imagenes, y halladas en un odio gratuito las fuentes de este abysmo grande de impiedad, os està facilmente conocida la causa, y manera de su desagravio. El amor ha sido el mas habil estatuario. De su oficina salen mas retratos, que puede romper el odio, ò perder el olvido; porque solo en sus Imagenes pueden los que se aman hallar un consuelo à la ausencia, que los separa. Essa Imagen, que dos veces devorò el odio, y el fuego, y otras dos veces reparò vuestro zelo, es un doble testimonio del amor, en que ardeis por el Crucificado. Pero este zelo, que assi replandece contra los ultrages, que hizo el odio à la Imagen de Jesu-Christo, debe tambien resplandecer contra el desuso, y abuso, que hace de las Sagradas Imagenes la tibieza, è inconsideracion de muchos Christianos.

            El mal de los Hereges cunde siempre como cancer (117): y gana por lo comun sobre unos espiritus dèbiles, que en vez de horror, miran con amor sus usos, y costumbres. Los primeros Christianos solo por no convenir en cosa con los Hereges, renunciaban  hasta las maneras de vivir mas indiferentes, aunque por un antiguo uso (118) las hubiessen recibido de sus mayores. (119) Esta doctrina la hubieron del Apostol: (120) esta prudencia les dexaban como por testamento sus Padres: y era una santa cautela (121), que impedìa los progressos de el contagio sobre las partes sanas del Rebaño de Christo. No nos olvidemos de esta prudencia, Señores. Tengamonos à esta naris, que (122) es como una Torre, ò Atalaya del Libano, que mira siempre contra Damasco; ò un olfato, y sentido de discrecion, que presiente el olor de muerte, antes que arribe, y cause una llaga insanable. No nos empeñemos por nuestro proprio arbitrio en costumbres peregrinas; y hàblo de esta moda, que destierra de nuestras habitaciones el uso de las pinturas devotas.

 

(112) Baron. in notis ad Martyrolog. IX. Novemb. 

(113) Idem ibid. ex tom. 6, ann. an. CCCXLVI.                       

(114) Zonar. tom. III annal.                                                           

(115) Baron. tom. XI. ann. 1217.                                  

(116) Psalm LXXIII.                                                                         

(117)  II. ad Tim. II. v. 17.                                               

(118) Rom. XVI. 17.

(119) Tit. III. 20.

(120) II. ad Cor. V.

(121) Thes. III. v. 14.

(122) Cant. VII. v. 4.

 

Què substituye los retratos humanos, por las Imagenes de Jesu-Christo, su Madre, y los Santos: què pone delante en un Quadro à la borrachera, à la desemboltura, à la naturaleza deshonrrada con la desnudez, y à los vicios mas feos, avivados con las gracias, y mas finos hechizos del arte: què destierra de las galerìas las Efigies de las nobles, y santas virtudes, las acciones mas grandes de los Personages ilustres; ò estos rasgos mas instructivos de la Historia Sagrada, que representan las Actas de los Heroes: què presume corregir nuestro buen gusto, con darnos la Imagen de Baco coronada de Parra, en vez de Jesu-Christo sentado con sus Discipulos en la Cena: la torpe muerte del Jovencillo Adonis, por la gloriosa muerte del Hijo de la Virgen: la pena de Promethèo atado al escollo, y herido del rayo, por la transfixion de Christo suspenso del Leño. A una Venus por una Inés; à una Casandra por una Susana; à una Niobe por una Cecilia; y à una gran Madre por una Madre Virgen.

            Este gusto, Señores, nos lleva imprudentemente al sentimiento de los antiguos, y nuevos Iconomacos. Yà vimos, que bien entendida la manìa de estos, solo conspira contra las Imagenes Sagradas, que edifican; pero al mismo tiempo gustan de las profanas, y sacrilegas, que dissipan. En el mismo lugar del Calvario, donde en precio de nuestra salud se diò à vèr Jesu-Christo en la forma de Crucificado, levantò despues la impiedad diabolica una Estatua de Venus, por si podia echar de nuestra memoria la idea de aquel eterno, è infinito beneficio (123).

            Lo mismo hizo (124) en el lugar del Pesebre, y en el de la gloriosa Resurreccion del Señor. En el primero puso la Estatua de Adonis, y en el segundo la de Jupiter. Este mismo gusto es el de los Hereges de nuestro tiempo. Geronymo de Praga (125), uno de estos Iconoclastas modernos, tuvo el gusto de hollar, y echar à un estercolero la Imagen de Jesu-Christo Crucificado; pero al mismo tiempo rendìa sus honores à la Imagen de Vvicles, coronada de resplandores. Los Magdeburgenses (126) no gustan tampoco (127) de las Santas Imagenes; pero gustaban poco hace de las Estatuas profanas, y entre otras de la de Othon I. Si os aplicais, reducirèis todos estos descaminos à un mismo principio. Todo este gusto nace del disgusto, que secretamente sienten nuestras passiones à la vista de unas señales, ò Imagenes, que las reprehenden, las juzgan, las condenan, y les muestran en la Cruz un suplicio. De aquí nace el desuso.

            Pero mientras, que enteramente no lo consiguen, se procura el abuso. Yà que el Mundo, y los demàs enemigos, no pueden quitarse de encima la Cruz, procuran acomodarsela: se trata de suavizar su aparente aspereza, de inclinar su rigidez, de que sea mas condescendiente el Evangelio, y que se humane aun mas el Crucificado: que se nos pinte en una forma mas apacible, y poco diferente de nuestros gustos, y propensiones. En una palabra, quieren juntar en una Efigie la idea de un Justo, que hollò las pompas del Mundo, con los arrèos de esta misma vanidad secular; y à veces, que la Imagen de una Santa Virgen pueda tambien servir de muñeca de Flandes. Esto es realmente confundir los idiomas, comunicar à Christo con Belial, reconciliar mal al fiel con el infiel (128), y à Dios con el Idolo.

 

(123)   In legenda pro inventieon. S. Crucis.                          

(124)   In legenda invent. S. Crucis.

(125)   Joan, Cochlae, lib. III. histor. Hussitar.                        

(126) Crantzius, lib. III. Metrop. cap. XXXI 

(127) Centur. IX.

(128) II. Cor. VI. 16.

 

            Jamás la Iglesia admitirà esta concordia, ò falsa paz. “Que fea quitada toda supersticion del uso de las Santas Imagenes: que se destierre toda torpe codicia: que se evite toda especie de lascivia: toda belleza escandalosa, todo ornamento profano”: esta es la disciplina, que han encargado siempre los Santos Concilios (129).

            Tampoco gustarà nunca al Señor esta mezcla. Genadio, Patriarcha Santo de Constantinopla, restituyò el uso de la mano seca à un Pintor, que se tomò la licencia de juntar los adornos de Jupiter à una Imagen de Jesu-Christo (130). Hoy sufre Dios muchas de estas profanaciones en las Santas Imagenes. La poca honestidad, y gravedad, con que las visten, el ayre immodesto, con que las presentan, y los atavìos, yà profanos, yà ridiculos, con que las sacan, podràn agradar al Mundo, que vè assi sobre las Aras las extravagancias de su luxo; pero cubriràn de vergüenza à las Santas Imagenes, que se vèn hechas el palo, ò la percha de muchas liviandades juntas.

            A estos los insulta Isaìas (131) donde les pregunta, A quièn habeis assemejado à Dios? Què semejanza del Señor, ni de sus Santos, hay en essas Imagenes? Esto es solamente el Juìcio, y desagravio, que Jesu-Christo desde su Cruz hace contra los que injurian, ò profanan sus Sagradas Imagenes. Por èl habeis visto descubierta la iniquidad de los Impìos. Verèis ahora el Juìcio de los Christianos, que borran en sì mismos la semejanza de Jesu-Christo, y esto harà la confusion de los mundanos.

 

(129) Omnios porrò supersticio in ::: imaginum usu tollantur; omnis turpis quaestus eliminetur; omnis denique lascivia vitetur, ita ut procaci venustate imagines um pingantur, nec ornentur.  Trident. Ses. XXV. de Invocat. & vsu, & c. Const. Senon. in decret. moral. cap. XL. Urban. VIII. Const. Sacrosancta.

(130) Nicephor. lib. V. Hist.

(131) Isai. XL.

 

PARTE SEGUNDA

 

 

            La Imagen de Dios del Mundo es la forma de nuestra naturaleza: la semejanza de Dios es en nosotros la obra de su gracia. La Imagen no se borra ni aun por el fuego; pero la semejanza es deshecha, ò alterada por el pecado.

            Esto, que passò en nuestro caso con la Imagen de Jesu-Christo, echandola los Judíos en el fuego, fin que se quemasse, es, dice San Bernardo, lo que sucede à la Imagen de Dios en los que se condenan. “La Imagen Divina se abrasarà; pero no se quemarà en la llama eterna: arderà, pero no se consumirà” (132). No logra tanta incorrupcion en nosotros la semejanza Divina; porque pende de la gracia, que puede perderse: y assi, ò dùra en nosotros por las Santas obras, ò se pierde por la culpa. “La semejanza no assi (prosigue San Bernardo) sino ò permanece en lo bueno, ò se muda miserablemente en el alma por el pecado, quedando semejante à los Brutos.

            De aquì es, que la semejanza Divina en nosotros es un thesoro muy precioso; pero muy delicado, porque lo llevamos en vasos terrenos. Esta bella, y Divina forma, es la que desde el principio sufre en nosotros mismos muchas injurias. Adam no entendiò el honor, que le daba, y por una liviandad vino à comparase à los Jumentos (133), haciendoseles semejante. El Pueblo, aunque mas escogido, imitò muchas veces la incontinencia paterna; y mudaron su gloria (esto es, la forma de Dios) en la semejanza de un Bezerro, que pascia heno: ò como habla el Apostol “ mudaron la gloria de un Dios incorruptible en la semejanza corruptible de un hombre, y de las Aves, y de los Quadrupedos, y de las Serpientes” (134). A las hijas del mismo Pueblo viò David (135) compuestas en semejanza de Templos, ò de Idolos. Y hasta en sus Profetas llorò (136) Jerusalem una semejanza adulterina”.

            Para reformar esta semejanza, ofreciò dios à su Unigenito. Còmo habia èste de volvernos à la forma de Dios, sino hallandose en abito de hombre, y haciendose semejante à nosotros? El que tenia la forma de Dios, no afectò Divinidad, sino se humillò por nosotros hasta la muerte, y muerte de Cruz. Con esto los que estabamos configurados à los deseos del Mundo, (137) debimos configurarnos à la muerte de Jesu-Christo, para poder ocurrir à la adopcion de hijos, y à la adopcion de hijos, y à la resurreccion, que se harà de los muertos; porque ninguno ha predestinado Dios, sino en la conformidad, ò semejanza e la Imagen de su Hijo. 

 

(132) Imago fiquidem in Gehonna vri poterit, fex non exvri; ardere, fed non deleri. Similitude non fic, fet aut manet in bono, aut fit peccaverit Anima, mutatur miserabilitèr, Jumentis insipientibulussimilita. D. Bernard. Serm. I. de Annuntiat.Es doctrina de Santo Thomàs allì: Ad imaginem et similitulidinem: per hoc quod dicit ad imaginem, not at conformitatem in essentia; per hoc quod dicit at similitudinem, not at, etc.

(133) Psalm.

(134) Rom. I.

(135) Psalm.

(136) Hier. cap. XXIII. ad Phil. III.

(137) Ad Philip. III

  

            Quando el Apostol ha predicado estas verdades, ha sido con el designio de hacernos conocer la obligacion de llevar dentro, y fuera de nosotros la semejanza de Christo humillado (138), aunque sea con improperio: y à esto nos exhorta, diciendo: Sentid esta misma Cruz en vosotros, como en Christo Jesus. De aquì la precission de conformarnos con Jesu-Christo, y no con el Mundo. Lo que estipulamos en el Baptismo con el mas solemne juramento, quando renunciamos las pompas vanas, y mundanas, y nos vestimos la forma, y abito de Jesu-Christo. Aquì, dice Santo Thomàs, nos iniciamos en la adopcion de hijos por la gracia, que se nos infunde. Y esta gracia se llama Simiente en las Escripturas, porque nos engendra hijos de Dios en razon de semejantes à su naturaleza. Aunque nos serà perfecta esta semejanza en nosotros, hasta que le veamos; y entonces la adopcion iniciada llegarà tambien à perfecta.

            Pues tened bien esta luz, y verèis con ella el Juìcio, que desde aora està yà haciendo del Mundo Jesu-Christo contra los que menosprecian su semejanza. Aquì lo confessarèis sinceramente, Señores, que en esta vida son pocos los que hacen honor à la forma de Christo, y que no seràn mas los que por esta semejanza entren en la adopcion perfecta de hijos. Porque aora, quièn hace honor à esta semejanza Christiana? El Señor nos mandò dàr al Cesar, lo que es del Cesar; y à Dios, lo que es de Dios. Lo que San Augustin entendiò tambien de el Culto, que se debe à las Imagenes (139) Sagradas: y Tertuliano lo contrahe particularmente à esta semejanza Divina, que està sellada en nosotros. “Dad al Cesar (dice) la Imagen del Cesar, que està en la moneda, y dad à Dios su Divina Imagen, que està en el hombre (140)”. A cada uno se le puede dàr lo que es suyo sin agravio del otro. Assi lo explica Santo Thomàs (141) con aquel precepto concordante del Apostol (142), que dice: “Dad à todos sus respectivos debitos: à quien toca tributo, el tributo: y à quien se debe honor, el honor”.

            Pues dàmos este honor debido à la semejanza Divina, que resellò en nosotros Jesu-Christo con tanta sangre? Conservamos aun en nosotros esta semejanza? Nuestra forma, y abito publico, nos distinguen de los que no tomaron la vestidura de Christo, ò de los Apostatas, que se desnudaron yà de ella? Si nos pregunta el Juez de todo el Mundo, cùya es essa semejanza, que cada uno toma, què repoderèmos? Dirèmos, que es la de Jesu-Christo Crucificado, ò la imagen de la Bestia? El luxo de los Christianos de este tiempo, en què serà diferente del que corrompiò à los Griegos, y romanos en sus mas brillantes Siglos? Ah! Los Pueblos, que no oyeron de Christo, eran muy grosseros; pero juntamente muy sóbrios en comparacion de la fineza de gusto, y del estudio, que hace de sus delicias un Mundo, que se dice Christiano.

            Gimen los Gigantes (143) baxo las aguas: estos Gigantes, digo, que no parece, que fueron bien sepultados con Christo (144) en el Baptismo: y aunque se vean baxo las aguas: Sub aqua maledicere tentant: reclamen, y digan, que esta renuncia fuè un acto inconsiderado, y hecho por un Pupilo, que en su mayorìa puede repetir por su libertad de conciencia, y restituirse al pleno goze de las satisfacciones mundanas.

 

(138) Philip. II.                                                                                  

(139) Serm. VII qui est inter. oper. Aug. tom. X.                     

(140) Tert. de idolat. cap. V. Reddite imaginem Caesaris Caesari; quae in nummo; et imaginem Dei, Deo, quae in homine est, ut Caesari quidem, pecuniam reddas, Deo temetipsum.               

(141) D. Thom. in Petri I. cap. II.

(142) I. ad Rom. XIII.

(143) Job XXVI. v. 5.

(144) Ad Cols. II.

 

            Péro no querràn estos vèr mejor las bendiciones de dulzura, con que los previno Dios en aquella edad tierna, dandoles el derecho de hijos por Jesu-Christo, antes que pudieran merecerlo? No deberàn mas bien agradecer la providencia, y cura paterna, con que la Santa Madre Iglesia se pudo obligar, y obligò en favor de ellos, quando aun eran parvulos, y en nada se distinguian de los Siervos?

            Parece necesario, hermanos, preveniros assi contra los discursos impìos: porque en la practica de una vida independiente, afectan algunos la apostasìa, en que no pueden romper abiertamentee. Es cierto, que se debe creér à las obras, y estas muestran al descubierto, que muchos, baxo el nombre Christiano, tienen vergüenza del Evangelio, saben las cosas terrenas, y hallan confusion en retener la semejanza de Christo Crucificado.

            Pensad, Señores, que son mayores las injurias, que teneis, que desagraviar en esta semejanza de Jesu-Christo, que està en nosotros, que las hechas à essa Imagen de Christo, à quien dedicais estos Cultos. En nosotros mismos es crucificado muchas veces Jesu-Christo por el pecado: en nosotros es alterada, y mudada su semejanza por una atmosphera de vanidad, que nos cerca; por un culto profano, y peregrino, que nos dedicamos; por un mundo muliebre de olores adulterinos, de colores procaces, de rizos, y aseites meretricios, de ayres, y movimientos immodestos, que sacan al vivo una Imagen de la gran prostituta Babilonia, y de la Bestia, destruyendo la semejanza Christiana.

            El Angelico Santo Thomàs, que hablò con summa discrecion del culto, y adorno exterior, que corresponde al hombre Christiano, y à una Señora grave, y honesta, no duda afirmar, que los que se abandonan à los excessos notados, se desnudan de la semejanza de Jesu-Christo, hacen contumelia à Dios, y profanan con colores postizos la semejanza Divina reformada en nosotros (145). El mismo Juìcio hizo antes San Cypriano (146), y aun adelanta, que ossa poner las manos sacrilegas en la Imagen Sagrada, è impugna la obra de la Divina Sabidurìa.

            Pues estas injurias son, las que el Señor siente mas, porque las recibe en la casa de aquellos, que le amaban. Si, os dice el Señor, que los Judíos, un Pueblo, que se me revelò, è hizo cruel, me maldiga, me impropère, y ultraje mis Imagenes, no lo admiro; esso lo sufrirè aun: Pero tu, Christiano, amigo mio, y conocido mio? Tu, que eres mi commensal, que recibes de mi mano dulces bocados? Què andamos de concierto en la Casa de Dios? Tu tambien te averguenzas de mi humildad, de mi desnudez, y de mi Cruz? Son para tì escandalo estas señales, è Imagenes del Crucificado? Temamos, pues, estos Juìcios de Dios.

            Presumìmos, que merecerèmos mas respecto, que el antiguo Pueblo? Que tiene Dios mas necesidad de nosotros? Y que si la antigua Republica se dissipo, porque se escandalizò, y rompiò contra la Piedra Christo, serà mas estable èsta , ò essotra gente, quando igualmente se escandalize? El que llama à su arbitrio las generaciones desde el principio; y el que os llamò à vosotros, quando no èrais su Pueblo, para emulacion de su Pueblo, que le despreciò, no podrà llamar à su Iglesia otra Nacion, que no le conoce, y abandonar à èsta, si le menosprecia?

 

(145) D. Thom. Op. de err. Pr. lib. V. cap. LV. Superbus ornatus Deo contumeliam facit, cum pulchritudo animae ad imaginem, et similitudinem Dei facta despicitur, et inquinatur: de qua perversitate Deus multùm ofenditur.

(146)  Cyprian. apud. D. Thom. 2. 2. quaest. CLXVI. art. II. ad II. Puto, omnes omnimò faeminas admonendas, quód Opus Dei, et facturam ejus, et plasma adulterare nullomodo debeant, adhibito flavo colore, vel nigro pulvere, vel rubore, etc. Et psteà: Manus Deo inferunt, quando illud, quod ille formavit, reformare contendunt, etc.

 

            Quisiera, que oyerais este grande argumento en la boca de San Pablo, quando hacia temblar con él una de las Naciones mas soberbias, que habian creido del gentilismo. Persuadìa à los Romanos, (147) que dexada la vanidad secular, no quisiessen conformarse, ò representar la semejanza del Mundo; sino que se reformassen, según Christo, para presentar hasta en su mismo cuerpo à Dios una hostia viva, agradable, que hiciesse à su profession un honor, y obsequio racional. Nolite conformari huic seculo, sed reformamini.

            Para traherlos à este proposito, les representa antes la desgraciada ruina de los Hebreos (148), que eran sus hermanos, según la carne: Por lo que se quexa de la tristeza grande, y de el continuo dolor, que sentia en su corazon. Les expone despues la causa de su desercion, el delito dèl Judaismo, y les descubre finalmente la raiz de su obcecacion, de su dureza, y de todas sus desgracias en el escandalo, que recibieron en el Crucificado, y en sus señales de humildad, pero de salud. Por ocasión de este delito, y para emulacion de los Judíos, les dà à conocer, que han sido llamados ellos; y de aquì se eleva el Apostol contra su presuncion, contra su vanidad secular, y les hace temer mayor desercion, y caìda. “Con vosotras hàblo, todas,y cada una de las Naciones; advertid esto: Si los Israelitas (149), que eran ramos de una raiz Santa, de una Oliva pingue, hermosa, fructifera, qual la puso el Señor; si estos ramos se han quebrado, y tu, ò tu Naciones, que erais primero Azebuches, lograsteis ser insertas en la buena Oliva, y haceros participantes de su grossura: no os glorieis contra los ramos, que se rompieron. Pero me dirèis, ocurre el mismo Apostol, los ramos se han quebrado, para ser nosotros insertos. Està bien, les reponde San Pablo: es verdad, que ellos se quebraron por su incredulidad: pero tu, que aora estàs en la fé, no quieras saber altamente, sino teme. Porque si Dios no perdonò à los ramos naturales; mira acaso, que tampoco à tì te perdone. Ved pues, la bondad, y la severidad de Dios; en los que cayeron, su severidad; en vosotros, su bondad, si permaneciereis; de otro modo tambien caerèis. Como si los Judíos no permanecieren en su dureza, volveràn à ser insertos. Porque si vosotros, sacados de la raiz de una Oliva silvestre, y amarga, fuisteis, contra el natural, insertos en la buena Oliva, quánto mas bien aquellos podràn, como naturalmente, reunirse à su tronco?” No he querido, que ignorasseis este mysterio, hermanos. Y luego entra el Apostol en un extasis, y se pierde en esse pielago de los eternos Juìcios: O altitudo! ... Quàm incomprehensibilia sunt judicia ejus.

            Esta misma voz de trueno, es la que hoy se oye en nuestro Evangelio, y este es el Juìcio, con que amenaza Christo al Mundo. Todavìa por un poquito, nos dice el Señor, durarà la luz en vosotros: Adhuc modicum lumen in vobis est. Andad, mientras que hay luz, no sea que os ocupen las tinieblas. Dùm lucem habetis, credite in lucem: como si les dixera, mirad, no caigais en el abysmo tenebroso de la incredulidad, y éste Sol de la Religion, que ilustrò primero al Oriente, girò despues por el medio dia de la grande Africa, doblò despues sobre el Aquilon, y los Pueblos, que estàn baxo la Ursa, yertos entre nieves eternas; y que finalmente ha tocado yà nuestro Ocaso, y descubierto un nuevo Polo; mirad, no acelere esta luz su carrera, y se os ponga el Sol en medio del dia: Adhuc modicum lumen in vobis est, credite in lucem.

 

(147) Rom. XII.

(148) Cap. IX. X. & XI.

(149) Cap. XI.

 

            Y què mayor Juìcio, hermanos, dice San Juan (150), que haber venido esta luz à el Mundo, haber clamado, y haber los hombres amado las tinieblas mas bien, que la luz? Hoc est judicium; quia venit lux in mundum, et dilexerunt homines magis tenebras, quàm lucem.(151)

            Pero èste aun no es mas, que un Juìcio de prevencion, que hace Jesu-Christo à los amadores del Mundo, que afectan la gloria, ò semejanza mundana, mas que la semejanza, ò gloria de Dios, que es la Cruz. Dilexerunt enim gloriam hominum magis quàm gloriam Dei (152). Aora en tiempo somos assi juzgados misericordiosamente de este Señor, que nos corrige, porque despues con el mundo no nos condene.

            Este Juìcio ultimo de los amadores de el Mundo, que tuvieron la semejanza de Christo por semejanza de improperio, serà verdaderamente terrible. Porque todo este orgullo, con que aora llevan extendido su cuello; erguida, y raida la frente, y con un ayre insultante, y menospreciador de lo que parece un punto menos (153), allì se mudarà repentinamente; en un instante se haràn timidos en sus pensamientos, y sus iniquidades los trasplantaràn à un Systema absolutamente contrario.

            Caìdos de ànimo, y penetrados de amargura, y de una penitencia sin uncion, ni esperanza, diràn dentro de sì mismo à el vèr el honor, con que estaràn los imitadores de Jesu-Christo. “Vè allì à los que nosotros mirabamos las mas veces con irrision, y como à una semejanza de improperio.” (154)

            Nosotros insensatos (155) teniamos por demencia, y flaqueza de cerebro su tenor de vida: mas ay! Que nosotros éramos los que verdaderamente andabamos sin corazon, y sin sentido; nosotros éramos los mentecatos en juzgar por manìa la conducta Christiana, y reglada; en tener à la verdadera devocion por baxeza de ànimo; en no pensar, ò pensar mal de la otra vida; en llamar un Fantasma à la eternidad; en burlarnos de los suplicios, ò premios venideros; en negar los destinos eternos à los buenos, y malos; y en no juzgar bien el honor, qne se debe en el fin à las Almas Santas. Vedlos allì, han arribado yà por la semejanza Christiana à la adopcion perfecta de hijos; yà entraron en la assimilacion perfecta (156) de Dios, porque le veràn tal como es; aora son yà computados entre los hijos de Dios, y su fuerte son las castas delicias, que tiene el Señor preparadas à las Almas felices.

            Mas benigno, que este peremptorio Juìcio, es el que aora està haciendo Jesu-Christo de el Mundo. Aora nos previene, aora nos corrige, y aora condena quanto es contrario à su semejanza, que sellò en nosotros; pero aun nos exhorta, à que reformemos esta forma profanada por nosotros,  y para esto nos concede todavìa un poco de tiempo: Adhuc modicum (tempus*) lumen in vobis est. Este es el Juìcio, y desagravio de la semejanza Christiana contra los mundanos: Nunc Judicium est mundi. Solo nos resta el desagravio de la Imagen, y semejanza Divina, maltratada en nuestros hermanos; y este es el Juìcio contra los inhumanos: Qui irascitur fratri suo, reus erit Judicio.

 

(150) Joan. XXIV. v. 13.                  

(151) Joan. III. v. 19.                                        

(152) Lectio Evangelica                               

(153) Sap. IV. 20.  

(154) Sap. V. 3.    

(155) v. 4. & c.

(156) Sup. v. 5.

( * ) El texto Griego añade esta palabra para mayor claridad.

 

PARTE TERCERA

 

            Los Judíos conducidos por unos ciegos Maestros, erraban grosseramente sobre los preceptos sexto, y septimo de la Ley. Ponian toda su virtud, ò justicia en esto, que se vè por afuera, y no tenian algun cuidado del interior.

            Pudieron persuadirse à estos mismos articulos de doctrina, que hoy afectan tambien creèr muchas Almas verdaderamente impìas: que es poca cosa la perversidad del corazon: que no merecen pena, y menos eterna, las complacencias secretas: que los movimientos desordenados de la ira, ò de la concupiscencia, carecen de culpa, aunque se consientan, mientras que exteriormente no se consuman en la obra.

            Estas ruìnas, que habia causado yà en la substancia misma de la Ley la Moral relaxada de los Pharisèos, son las que formalmente repara aquì Jesu-Christo, y declara en este Evangelio, por digno de el mismo Juìcio, al que dà, ò pone escandalo à la muger de su proxîmo, que al que adultéra, y à quien se enfurece contra su hermano, lo mismo, que al que lo mata: Qui irascitur fratri suo, reus erit Judicio.

            No se habla aquè de esta ira, que San Chrysostomo llama (157) Philosophìa: que San Gregorio tiene por zelo de justicia (158): ò à quien Alberto el Grande hace Madre de la santa disciplina (159). Esta se recomienda, la otra (160) se condena. La ira buena (161) ministrò armas à Moysès (162) contra los que adoraron el Becerro; y à Phinees (163) contra los dissueltos: esta inflamò à Samuel (164) contra Agag, Rey de Amalec; y à Elias contra los Sacerdotes, y Prophetas de Baal; èsta admitiò en sì mismo Jesu-Christo contra los que vendian en el Templo; y dexò exemplo à San Pedro, y à su Iglesia (165), para corregir tan severamente à los que ocultaron el precio del campo; y à los que escandalizan, y ponen estorvos en el camino (166) de Dios, como Elimas el Mago.

            La otra ira es una passion brutal, y feroz, que degrada à los hombres, y los hace bestiales. En el estílo syncero de Santo Thomàs se llaman inhumanos (167), porque se desnuda de toda afeccion, y humanidad el que mata à su proxîmo corporal, ò espiritualmente, con el hierro, ò con el lazo de el escandalo. Por esso llamo à este ultimo Juìcio contra los inhumanos.

            Pero consideremos primero este crimen, que se llama propriamente homicidio. De dònde, me preguntarèis, nace, y crece tanto delante de Dios esta ofensa? Por què un solo acto secreto de ira contra nuestro hermano, nos hace reos del Juìcio?

 

(157) S. Basil. homil. X. de ira.                                                   

(158) S. Gregor. sup. Job. cap. V.                                             

(159) S. Albert Magn.                                                                    

(160) Psalm. IV.                                                                      

(161) Exod. XXXII.                                                                                

(162) Num. XXV.                                                                                    

(163) I. Reg. XV.                                                                                      

(164) Psalm.

(165) Act. V. v. 9.

(166) Act. XIII. v. 8.

(167) D. Thom. ap. Perraz. Bibliot. Verbo: homo art.VII. Inhumanus est, inquam, homicida, qua enim pollet, humanitate abutens, frequentèr, et contra naturam operatur.

 

            No se os debe dar otra respuesta, que esta misma, que nos enseñò Dios desde el principio; y se funda, en que es la Imagen de Dios, à quien se injuria en el hombre, que se mata, ò maldice. Este fuè uno de los primitivos preceptos, y reglas, que daba el Señor à las reliquias de los hombres, que habia salvado de el Diluvio. Para inspirarles horror al homicidio, y hacerlos entrar en la idea de este delito, habla assi, razonando con los hijos de Noé: Entenderèis, que Yo me declaro por vengador de vuestras injurias. Qualquiera, que vierta la sangre humana, quedará reo de igual pena; porque à mi Imagen, y semejanza està hecho el hombre: Quicunque fuder it humanum sanguinem, fundetur sanquis illius: (168) ad imaginem quippè Dei sactus est homo.

            Aquí notò bien Santo Thomàs (169) la reverencia, y buen tratamiento, que nos debemos unos hombres à otros. Y reprehende à estos, que, por verse elevados à un grado superior, tratan à sus siervos, y aun à sus hermanos, como si fueran de otra especie diferente; como si no tuvieran otro destino sobre la tierra, que ser unas bestias de carga, ò unas victimas dedicadas à su servicio; como si no fueran criados à la imagen de Dios, de igual modo que ellos.

            Estas palabras de Dios son, según el citado Doctor, la unica regla, que puede medir la gravedad de el homicidio: porque el hombre insultado, ò muerto, era la imagen viva de Dios: Ut homicidij gravitas innuatur, subjicitur: ad imaginem quippé Dei factus est homo.

            Ni hay que estrañar esto. Las Imagenes de los Cesares son reverenciadas, como sus Personas. En ellas reciben los honores de los Pueblos, ò los agravios. No dexarìa de ser reo de la Magestad ofendida, el que rompiesse, ò ajasse su Estatua, como si intentàra contra su vida, ò contra su honra. Pues si debemos tener tanto horror (reflexîona San Cyrilo) (170) al bulto pintado del Rey terreno, què reverencia nos pedirà la Imagen racional de un Dios Eterno?

            Quando el Apostol (171) manda, que demos honor à todos: omnes honor ate, no habla solamente por los Principes, ni por el Rey; aunque se le debe honor sobre todos, como el preexcelente entre todos, sino habla tambien, dice Santo Thomàs, de el honor, que se debe à todos los hombres, previniendonos los unos à los otros, como lo manda San Pablo (172), con afeccion, con dulzura, con reverencia; porque en todos habita esta Imagen viva de la Divinidad, que es la causa de rendir esta honrra. Quia in omnibus est Dei imago, (173) quae est ratio honorandi.

            Pero esta Imagen Divina, que siempre fuè digna de tanto honor en nuestros proxîmos, se hizo aun mas expressa, y sagrada, desde que fuè retocada por la Sangre, y mano de Jesu-Christo. Desde entonces se hizo para los hombres, y buenos espiritus mas repetable, assi como para los Demonios es mas terrible. Un pensamiento de Sedulio tiene oportunidad, y doctrina para mi proposito. “Los malos Angeles, dice, temen tanto en nosotros la Imagen de Christo, que representamos, que quando fueron lanzados por el Salvador (174) del Paìs de Gerazen, no le pidieron accesso à los hombres por el terror à su Sagrada Imagen, y se contentaban con entrarse en los Puercos”. (175)

 

(168) Gen. IX.                                                                                   

(169) Sup. Gen. cap. IX. Non debet homo tractari sicut animalia bruta, fed potiùs piè, et reverentèr tanquàm factus ad imaginem Dei.                             

(170) D. Cyr. Careches. XII. Imago lignea terreni  Regis honoratur, quantò magis rationalis imago Dei ?.

(171) I. Pet. II.

(172) Rom. XII.

(173) D. Thom. sup. I. Petr. cap. II.

(174) Math. VIII. v. 31

(175) Tunc Domini praecepta tremens exire jubentis, spiritus infaelix hominum non audet adire effigiem, fagiens quam Christus cernit habere. Sedul. lib. 3. Paschal.

 

            Los hombres no hemos de haber considerado tambien el precio de esta Imagen. De aquì nace, el que nos insultamos por poco. Sobre una question minima nos injuriamos à cada instante, ò en la honrra, ò en la vida. Como agua es derramada la sangre humana, y como si no fuera un balsamo de tan precioso, y subtil olor, es vertida por tierra nuestra buena fama.

            Mas frequentes son por esto las injurias, que hacemos à la Imagen de Jesu-Christo en nuestro proxîmos, que las que cometen contra sus Efigies los Judíos, è Iconomacos. En sus vivas Imagenes es herido desde el origen de el Mundo. Su Imagen fuè herida de muerte en Abel muerto: su Imagen fuè insultada en los Prophetas, y padecerà especialmente hasta en el ultimo de los hermanos, que llenarà el numero de los escogidos. A principio in imagine patitur agnus, qui ab origìne vocatur occisus.

            Este es el Juìcio, que aora hace de el Mundo el Crucificado, y el desagravio, que manda, se hagan unos à otros los hombres, que son sus Imagenes injuriadas. No solo el que mata, dice en su Evangelio, es sujeto à este Juìcio, y debe èste desagravio, sino el que de palabra, ò de obra menosprecia à su hermano: Qui irascitur: qui dixer it fratri suo .... reus erit judicio.

            Haced, según el exemplar de Jesu-Christo, que se nos mostrò en la Serpiente del Desierto, ò en el Monte sobre el Madero. En no quiso darse en el Desierto baxo la horrible imagen de una Serpiente, sino para sanar à los heridos de otras Serpientes; ò para desagraviar las injurias de los que aguzaban sus lenguas como de Serpientes, (176) para murmurar de Dios, y morder en lo escondido la honrra de sus hermanos. Esta es la letra (177) del Texto. Pero según el grande mysterio, que se consumó sobre el Monte, y en la carne de Christo, èl fuè immolado, para reconciliar todas las cosas con su Padre, y entre sì mismas. El hizo el desagravio hasta de sus mismos Deicidas. “El desagraviò la Imagen de Dios, y usò de misericordia (178) con la nuestra, tomando en sì la miseria de nuestra imagen. El finalmente se mostrò una Serpiente (179) ignea, ò de charidad; “para hacerse, según el Apostol, (180) nuestra paz, que puso amigas todas las cosas, atrayendolas à su Cruz, y matò todas las enemistades en su persona. (181)

            Otras mordeduras mas ocultas, pero aun mas ponzoñosas, damos en las Almas de nuestros proxîmos, quando les ponemos escandalo; porque los insultamos con el pecado, y destruimos la semejanza de Dios, que la gracia iluminaba en sus Almas. La Muger, que desde luego fuè dada para auxîlio, se hizo dentro de poco lazo para escandalo; y à quien la Serpiente no ossarìa morder por sì misma, mordiò de muerte por medio de Eva.

            Cada dia hace nuevos progressos esta diabolica arte, y no cessan muchas de hacer oficio de Serpientes con cara de Virgenes. Si la grande plaga, y estrago, que esto hace en el Pueblo, pudiera ser conocido, clamariamos al Moysès verdadero, que nos proveyesse de remedio. Pero son pocos los que se duelen de un veneno, que mata halagando; y menos los que pueden sondar, y dar fé de la gravedad de una herida recibida en el espiritu, que no tiene carne, ni huesso.

 

(176) Psalm. CXXXIX. v. 4.                                                           

(177) Num. XXI.                                                                        

(178) Imagines tuae, Deus, miserere; fed in quo te   agnoscam misereri ? In eo, quod imaginem  mean in te video similem, et eandem miseriam pati. Drogo de Sacram. Pasion.             

(179) Seraphim se lee en el Texto Hebreo: Fac tibi Serpentem.

(180) Ephes. II.

(181) Evangelica lectio.

 

Si nuestra justicia abundàra mas, que la de los Pharisèos; quiere decir, si fueramos mas estudiosos del interior, si fueramos mas espirituales, y supièramos philosophar de las Almas; vieramos, quantas son las que de un grande Pueblo hace perecer un solo escandalo. Salviano (182) contemplaba à estas hijas de los hombres, que se componen en semejanza de Idolos, hechas “unos modelos, e imagenes de prostitucion, cuya semejanza toma en un instante una grande Plebe”, que igualmente se prostituye. Aquí es donde una pequeña chispa quema en un punto toda una selva; porque según el Romano Orador, vuelan presto los fuegos de el ánimo.

            Aun mas de llorar es, que los que debiamos conservar la semejanza Divina en nuestros proxîmos; los que debiamos ser la forma exemplar, para que se conformasse con Christo (183) todo el Rebaño; los mismos, que somos propuestos para exemplo de vida, para modelo de santas obras, para similes de sanas (184) palabras, siendo discipulos de aquel, que se nos diò por semejanza, sin alguna ocasión de pecado; damos muchas veces exemplos de pravedad, somos hechos el Idolo en medio del Templo (185), y una red extendida sobre el Tabor (186). El buen exemplo, que todos debemos à nuestros proxîmos, es el desagravio de estas injurias, que hace el escandalo.

            Pero à los yà mordidos nada los sana, y desagravia mas eficazmente, que aquel Señor exaltado en el Leño. Mas quando lo mirèis, Señores, no os cause su humilde aspecto aquella especie de temor, y de horror, que ocurre à la mente de los Impìos, à quienes dixo Moysès: “y vuestra vida (187) estarà  pendiente ante vuestros ojos, y temerèis dia, y noche, y no creeréis à vuestra salud: Porque ellos no miraron en el Señor Crucificado ninguna otra cosa, que la idea de su delito. De aquì les nace un temor, no como el que (188) justifica à la fé verdadera, sino como el que atormenta à la conciencia iniqua. Vedlo vosotros con aquellas miras Christianas, que perciben amor en toda su figura.

            Todo, menos este afecto, pudo ocultarlo allì (189) de nuestros ojos. Allì estàn escondidos (190) los tesoros de su Sabidurìa: allì està escondida (191) su Divinidad: allì tambien està escondida (192) su fortaleza: allì està como escondida (193) su  cara;  pero  no  pudo  ocultar  allì  al  Mundo  su  charidad. Esta sòbra, para hacer admirable  la  potencia  de  la  Cruz,  è  inefable  la  gloria de su Passion.

 

 

(182)  Salvian. de Provident. lib. VI. In Illis imaginibus fornicationum, omnis omninò plebs animo fornicatur.

(183) I. Cor. IV. 16.

(184) Ad Tit. I. & cap. II.

(185) Zach. XI. 15.

(186) Osee V.

(187) Deut. XXVIII. v. 66

(188) S. Leo Pap. Serm. VIII

(189) Colos. II. 3.

(190) Isai. XLV. 15.

(191) Habac. III. 4.

(192) Psalm. LIII. 3.

(193) Isai. cap. LIII.

Esta dirige aora esse Tribunal de el Señor, el Juìcio del Mundo, y la potestad de el Crucificado. Con este amor atraxo todas las cosas à sì, desde que extendiendo sus manos todo el dia à un Pueblo, que lo contradixo, recibiò todo el Mundo el Canon de su confession. Atraxo toas las cosas à sì, desde que para execracion del Pueblo Judaico, vinieron todas las criaturas à pronunciar sentencia en su desagravio. Dexàos vosotros tocar de la virtud, que sale de èl; no resistais à su atraccion; no os cause su vista terror, y mirandole, se mitigarà el ardor de las mordeduras; se evacuará el veneno de la ira; se calmarà el fuego de las concupiscencias; se reducirà el desorden de las passiones mas vivas, y según el Evangelio, conseguirèis la vida eterna.

  

 

Que os conceda el Padre con el Hijo,

 y el Espiritu Santo,

por los siglos de los siglos.

 Amen.

 Antonio Durán Azcárate.1997

 

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@ Antonio Durán Azcárate. 2001  - 2007  Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA