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Artículos de la Villa de Espera

Un día normal

 

   UN DÍA NORMAL

 

         Viniendo de la costa, en donde los pueblos son grandes, amplias avenidas, que, por otra parte, abre sus " largos brazos" para acoger la inmensidad de la mar, me encontré con otra realidad distinta: Pueblos Blancos, resplandecientes, que se deslizan desde la cima de cualquier montaña y en donde el son encuentra su espejo para reflejar su luz. Bendito espejo.

 

         Una vez pregunté: " ... Buenas tardes; por favor, me podría decir donde está...", y él quitándose su gastada mascota me dijo: " ... Si claro; mire usted, coja esta calle, a lo largo, y arribota, a la revorviura, allí está". Muchas gracias , le dije. Fue la primera vez en mi vida que pisé un pueblo serrano. Y la cuestión está en que cada pueblo es totalmente distinto, a pesar de la cercanía de unos y otros.

 

         Esto pasa con Espera. Sus personas, sus costumbres, sus hábitos, su cultura, su forma de ver la vida, su mentalidad , su generosidad, incluso su manera de Ser Iglesia es distinta y propia de sí misma.

 

         Es tal la intensidad que se convive  es éste  nuestro pueblo, que cuesta romper con la familiaridad que se crea. El saludo diario, no importa cuantas veces sea, el café para justificar la tertulia, la sonrisa matutina, el ayudar a u na mujer con la compra, preguntar sobre la salud de la familia, interesarse por el que está ingresado, sentarse con unos ancianos para escuchar sus experiencias, observar cómo juegan los niños, el diálogo en la compra o en el despacho del pan: "... Y cuando llega Ángel...", " No lo sé, ha llamado diciendo que salen de Zaragoza esta noche ...". Y eso , que cuando uno está llegando al pueblo , busca ansioso, desde el coche, esa querida Ermita, ya Santuario, y se escapa una oración : " Santo Cristo ya estamos en casa "

 

         Dá una sensación profunda, como si el Santo Cristo nos estuviera esperando para recibirnos de nuevo en casa. Y es, porque en la pequeñez de ser espereño nos une una GRAN REALIDAD:  El Santo Cristo de la Antigua. Si un pueblo costero abre sus brazos a la mar, el pueblo de Espera nace y se acurruca en torno a su Cristo, reconociendo que lo que cada se hace VIENE y se OFRECE al Cristo, que cuando sale en Septiembre, todos le miramos a la cara, haciendo de cada gesto una oración, porque Él sabe leer todo en nuestra mirada.

 

 

         Todo un día normal.

                                                                            PADRE NACHO.

  

 

 

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@ Antonio Durán Azcárate. 2001  - 2007  Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA