Volver a menú ARTICULOS                                                                               Volver a Índice de Artículos

REVISTA DEL CRISTO 2001

El Bastón. Capítulo 1º

 (Miguel Rodriguez Ardila)

introducción 

         Cuando alguna mañana o tarde salgo a hacer esa terapia andadora que hoy nos   impone los galenos en sus tratamientos a todos los que pasamos el medio siglo, en ocasiones hay quien me pregunta, a cuento de qué me acompaña un bastón, si al parecer todavía no padezco reuma. “es que desde niño he tenido afición a los palos”- les contesto. 

         Yo entiendo que en nuestra época, usar bastón en espera sin estar cojo, resulte un poco estraño. sin embargo, nuestros mayores recuerdan como antaño, el bastón formaba parte de cierto atuendo de vestir; y como en las ferias no faltaban los puestos de vendedores de bastones. estos puestos ofertaban no sólo bastones para adultos, sino también otros pequeñitos dirigidos a los niños, por lo que desde la infancia estabamos familiarizados con ellos. 

CAPITULO 1ª “EL BASTÓN EN LA SIERRA DE CÁDIZ”

          Pero volviendo al uso del bastón, diré que aunque en espera resulte algo estraño, no ocurre así en algunos pueblos de nuestra provincia donde su uso es habitual ; y no hablemos de otras regiones, donde hay tiendas especializadas exclusivamente en ellos. 

         A la pregunta acerca del uso del bastón, siempre he contestado (como ya mencioné  anteriormente) que desde niño tuve afición a los palos. 

         No cabe duda que dicha afición nació al haber vivido mi infancia en los campos de nuestra serranía gaditana, donde el palo era compañero inseparable del hombre, llámese este: vaquero, guarda, pastor, gañan, porquero, cabrero, boyero, yegúerizo... etc., que lo utilizaban como herramienta de trabajo. también los caminantes lo utilizaban: bien como punto de apoyo, bien como arma de defensa o ataque. 

         Aunque dicho así parece que hablamos de un arma de guerra, el caso es que los animales se amedrantaban con la presencia del palo. hasta tal punto era esto así, que algunos buscadores de esparragos y tagarninas entraban en los cercados de ganado bravo llevando en sus manos una caña del tamaño de una garrocha, que las reces confundián con esta. es por ello que los animales huian del esparraguero recordando que cuando eran pequeños fueron “picados” con algo parecido. y es que todos los animales ya fuesen bravios o domesticos, fueron en más de una ocasión tratados a “palos límpios”, bien para auyentarlos o domesticarlos, o bien como forma de disfrute de aquellos que “pasaban un rato” maltratando animales injustamente. 

         No levantaba servidor un palmo del suelo ni había cumplido los cinco años, cuando jugaba un día en la puerta de nuestra casa de campo con un palo en cada mano, cogidos como si fuesen uno zancos. en esa competición estaba yo conmigo mismo, cuando mi padre que estaba cerca haciendo no recuerdo que trabajo de los mil que hay en una huerta, me dijo: -“niño tráeme aquella herramienta”. yo, en vez de soltar los palos en el suelo y atender su petición (ya que mi padre casi nuca ordenaba) le conteste: -“espérate que voy a guardar los palos”. 

         Ante mi postura, mi padre dijo algo molesto por el tiempo de espera: - “es posible la afición de este niño por los palos, parece que está anunciando que tendrá que andar con ellos”. 

         Hoy 53 años después, mi afición a los palos continua, aunque ya centrado unicamente en el bastón.

          Al final de este artículo explicaré porque contesté a mi padre diciendo: - “esperaté que voy a guardar los palos”.

Volver a menú ARTICULOS

[ Página Principal [Noticias] [ Artículos ] [Directorio Espereño][Actualidad] [Villa de Espera] [Cofradía de la Soledad] [Asociación Cult. Ntra. Sra. Soledad] [ Emigrantes ] [Agricultura] [Datos e Informes] [Planos] [Guía de Empresas] [Fotos de Interés[ Gastronomía ] [Links] [Contacta conmigo]

E-mail 

 

 

@ Antonio Durán Azcárate. 2001  - 2006  Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA