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REVISTA DEL CRISTO 2005

Historia de Espera

            

HISTORIA DE ESPERA

 

            Desde que tengo uso de razón recuerdo cómo me contaban esta historia… Era Septiembre del 36 cuando en este pueblo mataron a unos hombres y mujeres cuyo delito fue pensar en la libertad y en la igualdad del pueblo trabajador, la igualdad de clase, la igualdad de derechos humanos…

            Mi madre me lo contaba unas veces con rencor y mucha rabia, otras con resignación; pero siempre con dolor, porque en nuestra familia, como en otras muchas, lo padecimos en primera persona. Yo no había nacido aún pero me toco vivir las consecuencias…

            Mi abuelo, por parte de madre, murió en el frente, en esa Guerra civil que padecieron todos los españoles de aquel tiempo. A mi abuelo paterno lo mataron en el Pueblo en aquel septiembre del 36, en los días del Cristo. Era un campesino trabajador que vivía en un pequeño rancho en la Cola de la Dehesa Molina. Me cuenta mi tía Mariquita que levantaron el rancho por las noches para que la guardia civil no los viera; pues estaba prohibido edificar en las colas, impidiendo así que las familias tuvieran dónde dormir y pudieran tener animales y huertos con los cuales alimentar a sus hijos.

            Me contaba mi madre que mi abuelo tuvo que esconderse para salvar la vida tuvo que esconderse para salvar la vida; porque, al igual que los que mataron aquel día, tenia diferentes ideas políticas que los nacionales, los franquistas. Editaron un bando donde se decía que todo aquel que se presentara y se arrodillara ante el Santo Cristo sería perdonado. Ni que decir tiene que eso no ocurrió: una vez terminaron de bajar al Cristo, los encerraron en un camión… y los mataron. Unos dicen que fue en el camino de Bornos, pero la realidad es que nunca más se supo de ellos…

            Por estos motivos yo no conocí a mis abuelos. Mi hermano mayor a veces lloraba mientras explicaba la tragedia vivida por su abuelo paterno; cuyo cuerpo nunca se recuperó, después de haber sido arrojado a la cuneta de la carretera… Mi hermano nunca podría llevarle flores… y eso le entristecia.

            Mi abuela vivió un drama junto a sus hijos: los civiles fueron a su rancho amenazando con matar a sus tres hijos mayores si su marido no se entregaba. Ella, asustada, fue hacia donde estaba escondido su marido para explicarle lo ocurrido. Ante tal drama, mi abuelo tuvo claro que él ya había vivido media vida y que sus hijos se merecían vivir… Se entregó valientemente.

            Sin duda fue un ser valiente que sacrifico su vida a cambio de la de sus tres hijos.

            Posteriormente, su familia, mujer e hijos, sufrieron la represalia brutal de aquellos hombres que, por no pensar como ellos, habían asesinado a su padre.

            Yo misma recuerdo, de pequeña, que nos llamaban rojos e ignoraba el porqué; aunque se oía decir a mi madre que le negaban la leche en polvo y el pelargón por no ser falangista. Sentía una rabia y un dolor intensos al no tener dinero con qué comprarlo y verse humillada de tal manera…

            Sin ir más lejos, mi madre se salvó de milagro de la ira de aquellos. Ella bordaba las letra que los republicanos llevaban en sus camisas… una auténtica suerte.

            Yo escribo esto sin rencor pero creo que los pueblos, y Espera entre ellos, deben asumir su historia para que esto no se repita jamás.

            En Septiembre  del pasado año estuve en el cementerio de Espera y puedo ver el monumento dedicado a todos aquellos asesinados en el 36; valientes que murieron por sus ideales y la libertad que ahora tenemos… y me pareció muy bonito que finalmente se hiciese, en parte, justicia.

            Cuando vi el nombre de mi abuelo junto al de su hermano, me alegré mucho… No están sus cuerpos; pero sí, sus nombres, Juan Antonio y Francisco Garrido Domínguez… honrando así su memoria.

            Me gustó que el monumento sea una figura de una mujer. Porque la mujer es la madre de todos los hombres. La mujer  es valiente y la andaluza lo es más. Y, como decía García Lorca en uno de sus poemas, “Qué no podrá el gemir de una andaluza, que a una piedra muerta revivió”.

Agustina Garrido

           

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@ Antonio Durán Azcárate. 2001  - 2006  Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA