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Fiestas del Santo Cristo 2008
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Fiestas del Santo Cristo 2008                                                                 
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		Hermandad del Cristo, ¿por qué?, ¿para qué?
		
		
		
		Desde pequeño he colaborado 
		con  
		
		De forma periódica y recurrente, desde el año 1980 
		aproximadamente, siempre se vuelve a oír la misma cantinela: “Tendríamos 
		que formalizar la Hermandad del Cristo”, “Deberíamos comprometernos a 
		constituir la Hermandad del Cristo”, “Somos la única comunidad 
		parroquial local en la que no hay Hermandad de su Santo Patrón”, …
		 A 
		fuerza de ser sincero, yo soy uno de los muchos que cantan ese 
		estribillo y, por qué no reconocerlo, con más frecuencia y estridencia, 
		quizás, que la mayoría. Pero la verdad es que unas veces por causas 
		ajenas y otras por mi propia desidia e indecisión, siempre pasa de moda 
		la canción, hasta que otra reedición de la misma se ponga de moda.
Pero, mira por dónde, y debido a la fuerza del azar, 
		hace dos o tres meses llegó a mis manos una documentación de hace ya 
		bastantes años, y en la cual aparecen dos actas de la Hermandad del 
		Cristo, correspondientes a los años 1927 y 1951 respectivamente. La 
		friolera de más de tres cuartos y más de medio siglo de antigüedad. 
		Leyendo las mismas, ¡oh curiosidad!, he llegado a la conclusión de que 
		la problemática de la existencia, constitución y funcionamiento de esta 
		Santa Hermandad, ya sea unas veces por vicisitudes históricas y otras 
		por muy diversos motivos, es algo crónico y recurrente. En efecto, a lo 
		largo del último siglo, cada 25 años aproximadamente, hay que volver a 
		retomar el tema de la reorganización y vuelta a poner en funcionamiento 
		de nuestra Hermandad del Cristo.
Todo lo anterior me ha llevado a pensar, meditar, 
		analizar y reflexionar sobre el tema, y a cuestionarme cuál ha sido mi 
		actitud como católico espereño, a lo largo de los años vividos desde que 
		empecé a participar y colaborar en la vida parroquial hasta hoy. 
La verdad sea dicha, ha sido la lectura de las actas 
		de la Hermandad, a la que antes hacía referencia, lo que me ha impulsado 
		a publicar este artículo, que no es más que una manifestación pública de 
		la entonación de un “mea culpa” y que es la conclusión a la que he 
		llegado después de mucho cavilar.
		
		En el acta del año 1927, entre 
		los conocidísimos espereños que reorganizan  
		
		
		¿Por qué la existencia de la Hermandad?
		
		Seguro que cada uno de los que lean este artículo 
		y, por supuesto, muchísimos de los que no lo leerán, tienen bastantes 
		respuestas más que convincentes para responder a esta pregunta. 
		 Pienso 
		que, sin ánimo de ser exhaustivo, podemos aducir las siguientes 
		argumentaciones:
		
		†    
		
		
		Porque como cristianos, tenemos no sólo el deber sino la obligación de 
		proclamar la fe que profesamos, y nada mejor que hacerlo como espereños 
		que somos, bajo la protección de Nuestro Santo Patrón.
		
		†    
		
		
		Porque como cristianos hemos de aglutinar nuestra fe actuando 
		colectivamente, como el mismo Jesús nos dijo: “Os aseguro que si dos de 
		vosotros se ponen de acuerdo sobre la tierra, cualquier cosa que pidan 
		les será concedida por mi Padre Celestial. Porque donde hay dos o tres 
		reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mateo 18, 
		19-20). Y ¿qué mejor que reunirse alrededor de nuestro Santísimo Cristo 
		de Lantigua?
		
		†    
		
		
		Porque tenemos que saldar la enorme deuda de gratitud que tenemos 
		contraída con nuestros antepasados, y sobre todo con los más recientes, 
		por la fe que nos han transmitido de generación en generación, y no 
		podemos ser nosotros quienes rompamos con esa trayectoria.
		
		†    
		
		
		Porque no podemos quedar ante la Historia como la generación que, como 
		consecuencia de su falta de actitud comprometida y comportamiento no 
		acorde con la fe heredada, rompió el eslabón de la fortísima cadena 
		transmisora de fe, que viene de tan antiguo, y que es la comunidad 
		cristiana de Espera, organizada a través de la Hermandad de Nuestro 
		Santísimo Cristo de Lantigua. Y:
		
		†    
		
		
		Porque, ante los ataques tan fuertes, despiadados y furibundos a los que 
		nos están sometiendo y que estamos sufriendo, los Cristianos en general 
		y la Iglesia Católica en particular, por parte del fenómeno laicista 
		radical imperante, no podemos permanecer impasibles, y en consecuencia, 
		hemos de aunar nuestras fuerzas, y bajo la protección de Nuestro Santo 
		Patrón, continuar manifestando públicamente nuestra fe en Cristo 
		Resucitado, Dios Redentor, fuente inagotable de Amor y entrega generosa 
		y misericordiosa, y dar ejemplo de ello con nuestro vivir diario, para 
		que nos califiquen por lo que hagamos y no por lo que digamos. 
		
		
		¿Para qué?
Todos sabemos que a lo largo del año, cada primer 
		viernes de mes, celebramos la misa en el Santuario Diocesano. También 
		conocemos que cada domingo del año, se abren las puertas de la ermita 
		del Santísimo Cristo para que podamos visitarlo. Somos además 
		conscientes de que las actividades alrededor del Patrón no cesan a lo 
		largo del año y que culminan en las Fiestas Patronales en Su honor, y 
		todo ello sin una institución eclesial oficialmente constituida. Con 
		todo esto cabe preguntarse: ¿Para qué y qué sentido tiene volver a 
		reorganizar la citada Hermandad del Cristo de Lantigua?
Soy de la opinión de los que piensan que existen 
		muchos argumentos para responder afirmativamente a la pregunta anterior. 
		A continuación expongo algunos de ellos y que me ratifican en el 
		planteamiento de que es necesaria la existencia de la Hermandad del 
		Santo Cristo para:
		
		X 
		
		
		Primeramente, tras felicitar antes que nada al grupo de devotos y 
		devotas que hace posible, con su trabajo abnegado y desinteresado, todo 
		lo anteriormente reflejado, ampliar al máximo el círculo de personas 
		entregadas a dichas tareas, para que sumando más y nuevas energías, 
		aunando esfuerzos y evitando divergencias internas que a nada conducen, 
		logremos potenciarlas y magnificarlas, pues por muy alta que sea la cota 
		alcanzada, siempre será muy poco para lo que Nuestro Santo Cristo se 
		merece.
		
		X 
		
		
		Convertirnos en firmes baluartes y defensores de nuestras tradiciones y 
		costumbres, siempre y cuando éstas no supongan un estancamiento en el 
		pasado, ni choquen descarada y frontalmente con los planteamientos 
		correctos de los momentos actuales, sino sujetas a una continua 
		evolución que, conservando lo sustancial, como es el más profundo 
		sentido de la fe y del auténtico espíritu cristiano, permita ser 
		impregnada por una incesante corriente de aire fresco que, manteniéndola 
		en un dinamismo continuo y permanente, la haga atractiva e interesante a 
		los ojos de todos y no sólo de los espereños.
		
		X 
		
		
		Constituir un 
		auténtico 
		grupo 
		catequético que trabaje denodadamente 
		para 
		formar cristianamente 
		a todos aquellos que, considerándonos hermanos del Cristo por mera 
		tradición familiar, por uno u otro motivo, o simplemente por desidia, no 
		participamos en la vida religiosa parroquial: no vamos a la Iglesia, no 
		vamos a misa, no leemos la Sagrada Biblia o simplemente ni siquiera 
		sabemos rezar.
		
		X 
		
		
		Llevar al Santo Cristo al mundo de los jóvenes, tan alejados hoy de todo 
		lo relacionado no sólo con Nuestro Patrón, sino con la Iglesia en 
		general. Entiendo que la juventud de hoy debe ser la que coja el 
		testimonio de nuestra fe y la transporte al futuro. Pero para ello hemos 
		de hacerles ver la importancia de la fe a través de la Hermandad; y aún 
		más, lo importante de su presencia y actuación dentro de la misma. Pero 
		para ello, desde la citada Hermandad, se les ha de ayudar para que con 
		una formación en valores sustentados en el amor fraterno y en la entrega 
		gratuita y sin esperar nada a cambio, descubran sus enormes valores, 
		maduren humana y espiritualmente, y adquieran una actitud más 
		comprometida, alegre, dinámica y enérgica.
		
		X 
		
		
		Potenciar los cultos, incrementando el sentido fervoroso y el espíritu 
		devocional, y siempre dentro de la consecuente coherencia con la 
		liturgia. En este sentido, y sirva como ejemplo, pienso que se debería 
		dar una mayor solemnidad a cuantos actos se celebran y a otros de los 
		que se podría disfrutar, como impregnar de ceremoniosidad a la bajada y 
		traslado de la bendita Imagen de Nuestro Santo Cristo desde su altar 
		hasta el paso, y viceversa, posterior colocación en su hornacina de la 
		ermita.
		
		X 
		
		
		Velar por el patrimonio de la Hermandad y salvaguardar sus intereses. 
		Gestionarla administrativa, burocrática y económicamente. Representarla 
		oficialmente y, creando vías de comunicación adecuadas y fluidas, 
		potenciar las relaciones tanto con la Iglesia Parroquial, con las demás 
		instituciones religiosas y culturales de la localidad y del entorno, y 
		especialmente con el Ayuntamiento.
		
		X 
		
		
		Fomentar el fervor y la 
		devoción a nuestro Santo Cristo, no sólo dentro de las lindes de nuestro 
		pueblo, sino mucho más lejos, todo lo distante que podamos. Acordémonos 
		de tantos espereños que tuvieron que emigrar y viven lejos de nosotros, 
		pero que cada año, cuando llega el segundo domingo de septiembre, lloran 
		en silencio acordándose de su Cristo de Lantigua recorriendo las laderas 
		del castillo. Esto, no sería más que seguir el ejemplo de aquellos 
		antepasados nuestros que constituyeron  
		
		X 
		
		
		En último lugar, y como lo más importante y finalidad última y 
		primordial, debe existir la Hermandad del Cristo, para que bajo el 
		amparo y protección del Santísimo Cristo, seamos capaces de aunar 
		voluntades y sumar esfuerzos, para llevar el Amor, que es Cristo-Jesús, 
		a todos los lugares, y muy especialmente a los enfermos, a los ancianos, 
		a los más desfavorecidos y a los olvidados, relegados y marginados, 
		erradicando de nuestros corazones actitudes incoherentes, falsos 
		orgullos, vanidades y egoísmos personales, pero siendo conscientes de 
		nuestra debilidad humana y nuestra condición de pecadores y recordando a 
		Jesús: “ … No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos. 
		Andad, aprended lo que significa “misericordia quiero y no sacrificios”: 
		que no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores ” (Mateo, 
		9, 12-13), y actuando siempre como también nos exhorta nuestro Santísimo 
		Cristo a través de Su Evangelio: “… cuando, reces, cuando ayunes, cuando 
		hagas misericordia, que no se entere tu mano izquierda de lo que hace tu 
		derecha; hazlo todo con humildad y discreción, y tu Padre que ve en lo 
		secreto y escondido te lo pagará. …” (Mateo, 6, 1-6. 16-18).
		
		Para finalizar, y no ser más pesado, pues soy 
		consciente de que me he explayado en demasía (me he alargado más de la 
		cuenta), y como muy acertadamente, estos días atrás decía un señor en 
		una carta al director publicada en un periódico, creo que la Hermandad 
		del Santísimo Cristo de Lantigua, al igual que todas las demás, tiene 
		ante sí un gran desafío social y espiritual en este siglo XXI, al que ha 
		de dar respuesta clara, rotunda y contundente. Pero cuidado, no actuemos 
		como aquellos a los que Jesús descalificó: 
		“… Todo lo que hacen los escribas y fariseos 
		es para que los vea la gente: alargan las filacterias y ensanchan las 
		franjas del manto. Les gustan los primeros puestos en los banquetes y 
		los asientos de honor en las sinagogas; que les hagan reverencias por la 
		calle y que la gente les llame maestros. Vosotros, en cambio, no os 
		dejéis llamar maestro, por que uno solo es vuestro Maestro, y todos 
		vosotros sois hermanos. Y no llaméis padre nuestro a nadie en la tierra, 
		por que uno solo es vuestro Padre, el del Cielo. No os dejéis llamar 
		consejeros, por que uno solo es vuestro Consejero, Cristo. El primero 
		entre vosotros será vuestro servidor. El que se enaltece será humillado, 
		y el que se humilla será enaltecido”. (Mateo, 23, 1-12).
		
		No es cuestión de insignias, 
		pértigas, medallas o marchas musicales que también son necesarias, sino 
		que entiendo que una hermandad para los nuevos tiempos en que vivimos, , 
		ha de tener una amplia perspectiva de visión de futuro y un inmenso 
		campo de actuación, con proyectos claros, limpios, diáfanos y llenos de 
		coherencia y que sepa tomar conciencia ante el mundo de hoy, asumiendo 
		la responsabilidad ineludible y adquiriendo el serio compromiso de dar 
		respuesta a cualquier problemática social o espiritual que se presente, 
		pero siempre bajo la clarísima, brillante e iluminadora Luz del 
		Evangelio, y sabiendo que en nuestra tarea tendremos siempre a nuestro 
		lado ofreciéndonos Su ayuda omnipotente, Su ánimo incansable, y Su 
		gracia misericordiosa a nuestro excelso Patrón y titular de  
¡Ánimo y pongámosla en marcha, pues Él con toda 
		seguridad, no nos va a fallar!
¡Felices fiestas patronales!
		
		
Antonio Jesús Mariscal Bautista
       
 
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@ Antonio Durán Azcárate. 2001 - 2008 Espera ( Cádiz ) ANDALUCÍA - ESPAÑA