EL KIN

 

En el pueblo de Espera había un coche fantástico, el Kin. No era negro como el de la tele, era amarillo, pero era fantástico. Andaba solo porque estaba cuesta abajo y los frenos no funcionaban. No tenía gasolina, se lavaba y ya arrancaba. No funcionaban los intermitentes, encendías un cigarro, lo ponías en el espejo retrovisor y ya funcionaba. Claro, cuando caía la ceniza. Cuando se quedaba sin luz, de noche, no había problema, con los ojos de los pasajeros llegábamos sanos y salvos. Eso de sano, es un decir porque ataque de nervios si que había, pero a salvo, si que si. Tenia asiento para cinco pero como era fantástico llego a llevar hasta nueve y aun le faltaba uno, el chofer, que sólo tenía que poner la llave en el contacto  decirle la dirección.

-“¡Vamos a Bornos! “- A Bornos nos llevaba.

-“¡Vamos a Villamartin!”-  A Villamartin nos llevaba.

Un día temprano puse las llaves del contacto medio dormio y me dice la jefa: - “espera”. Era que faltaba uno porque ese día íbamos a coger algodón. Y claro, como el coche era fantástico de Espera no salió, el algodón fuimos a buscarlo a la botica. Además de fantástico era respetado. Los soldados le saludaban al pasar sólo por las letras de la matrícula:

-         PM ( Los soldados creían que era POLICIA MILITAR)

 

- Eugenio Bautista-